Summertime es una colección de historias FICTICIAS sobre Alba y Natalia.
La mayoría estarán ambientadas en el verano y tomarán como referencia situaciones reales (pero no olvidéis que sigue siendo ficción, ¡no quiero sustos!)
Contenido para adulto...
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Aparcó el coche una calle más abajo del domicilio que aparecía en la documentación. Un Ford Mondeo Vignale color negro de la gama berlina híbrida.
Su padre era cliente premium de la casa Ford, por lo que había decidido regalarle el último modelo de aquella lujosa gama. Para Ford, ser propietaria de un modelo Vignale te convertía ipso facto en un cliente VIP, por lo que les agasajaban con una serie de prestaciones exclusivas tales como limpieza premium, servicio de recogida y entrega, acceso 24 horas del día a un asesor personal... Su padre se aseguraba de controlarlo todo al milímetro. No importaba donde estuviera, siempre tenía la sensación de que estaba en todas partes, vigilándola.
Era siete de Julio, por lo que había optado por un conjunto fresquito: Una blusa blanca de mangas cortas y un pantalón tobillero de lino negro. Antes de salir del vehículo se aseguró de acicalarse un poco. Se removió el pelo y se recolocó las extensiones de color castaño. Quizás se había pasado un poco con la longitud. Sacó el labial de la guantera y se perfiló los labios de rojo granate.
- Estás como un tren, Olivia. - Se alentó mentalmente apretando los labios para asegurar el maquillaje. Le guiñó el ojo al espejo y se colocó las gafas de sol, unas Dolce and Gabbana con los cristales tintados de rojo.
-Vamos allá. - Una bofetada de aire caliente le arrancó la sonrisa en la que había estado trabajando toda la mañana.
Minutos más tarde, consiguió dar con el piso de siete plantas donde la habían enviado para hacer de chófer.
-Número dieciséis. Es éste.
La fachada era moderna pero conservaba algunos elementos clásicos muy típicos del centro de Madrid. Todo muy retro, todo muy vintage. El portal estaba abierto, seguramente estarían limpiando el rellano. Los tacones de cuero natural hicieron eco en el mármol de camino al ascensor. Había conseguido aquellos Clarks Kendra Sienna por treinta perras y media, pero eran lo más cómodo del mundo.
Sexto piso, letra D.
Pulsó el botón y esperó impaciente, repiqueteando los dedos sobre la pared del ascensor. Se abrió la puerta y nada más salir se cruzó con una chica morena de pelo ondulado que tenía los ojos llenos de lágrimas. Se tambaleó por el golpe en el hombro y se giró esperando una disculpa. Sin embargo, lo único que hizo aquella mujer voluptuosa fue pulsar repetidamente el botón que cerraba las puertas. Un tanto molesta estiró el hombro y buscó la letra correspondiente. A la izquierda A y B, a la derecha C y D.
