Ai enma

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El sexto día, ella se acercó a mí, en vez de quedarse de pie en la puerta. Se paro justo frente a la cama y me tomó la mano. Luego, me entrego una navaja. Señalo las venas en mi brazo con su pálido dedo y luego esperó.

¡Ella quería que me suicidara! La mire a sus ojos inexpresivos, pero ella permanecía sin decir ni hacer nada, sólo observándome. Sabía que el terror terminaría en el momento que hiciera lo que ella quería. El precio de la venganza es un alma, y el alma que ella quería era la mia. La muerte era la única salida

comunicacion al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora