Involuntario

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Al inicio creyó que era un gato callejero

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Al inicio creyó que era un gato callejero. El pequeño minino apareció en el patio de su casa, maullando desesperadamente contra la ventana de su remolque. Pete no le dio verdadera importancia al asunto y hasta intentó apartar a la criatura de su vista con un gesto adormilado que obviamente no funcionó para nada.

Pero el gato se mantuvo haciendo equilibrio en el borde de la ventana.

Después de su primera taza de café en la mañana se percató de que el gato se había callado porque lo estaba mirando andar de un lado a otro del remolque, preparándose para otro día de clases.

Ahí reparó un poco más en su espía. El pelaje negro era un poco largo, pero eso solo resaltaba los enormes ojos verdes increíblemente inocentes con los que estaba mirándolo.

- ...No... -murmuró, terminándose su bebida caliente- No vas a convencerme.

Ya conocía a los de su tipo. Lindos y adorables, de grandes ojos y apariencia hermosa que solo terminaban siendo una fachada para que la gente se encariñe con ellos. Para Pete, eran una infección, se metían la cabeza de las personas y no había como sacarlos de ahí. Así que iba a evitarse el problema.

- No. –repitió.

Antes de salir dejó junto a la puerta del remolque un plato con agua y se felicitó mentalmente por ello. No estaba dándole comida. No había caído bajo sus encantos. Solo había sido un acto de consideración. Nada más. Después de todo no era un monstruo.

El resto del día transcurrió con normalidad. Clases evitadas, vampiros en su camino, cigarrillos, Mike invitándolos a una noche de poesía en una nueva cafetería alternativa que se había abierto, todos negándose con burlas crueles, más café, Mike igual de optimista que siempre y de vuelta a casa.

El gato estaba sentado en el primer escalón de su remolque. Al parecer esperándolo, porque maulló de forma adorable ni menos lo vio.

- ...eres persistente. –murmuró.

Abrió la puerta.

El gato se metió.

Ups.

Pete entró y vio como el pequeño gato luchaba por subirse a su cama. Él buscó entre los gabinetes y se encontró con una pequeña lata de atún que abrió, dejando el contenido en un platillo sobre la mesa. El gato arrugó la nariz, lo miró y corrió hacia la silla, subiendo a esta y de ahí a la mesa, donde devoró el atún con desesperación.

- ¿Cuánto tiempo llevas sin comer...? –preguntó en voz alta.

Sus dedos se encontraron en el pelaje negro. Lo acarició descuidadamente y arrugó la nariz al ver los enormes ojos verdes mirarlo fijamente con emoción. El pequeño gato se las arregló para meter la cabeza por debajo de la palma de su mano, buscando más atención. Típico. Si se les daba un poco de algo, los de su tipo buscaban más. Aun así, acarició las orejas felinas, encontrándolas bastante agradables.

Involuntario «South Park» [Pike]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora