«Cuando la conocí tenía 16 años. Fuimos presentados en una fiesta por un tipo que decía ser mi amigo. Fue amor a primera vista: ella me enloquecía, nuestro amor llegó a un punto, que ya no conseguía vivir sin ella. Pero era un amor prohibido, mis padres no la aceptaron y fui expulsado del colegio y empezamos a encontrarnos a escondidas. Ahí no aguanté mas, me volví loco. Yo la quería, pero no la tenía. Yo no podía permitir que me apartaran de ella. Destrocé el coche, rompí todo dentro de la casa y casi maté a mi hermana, estaba loco... Hoy tengo 45 años; estoy internado en un hospital, soy inútil y voy a morir abandonado por mis padres, amigos y por ella. Su nombre: Cocaína. A ella le debo mi amor, mi vida, mi destrucción y mi muerte».
Sea o no verdadera la carta, el legado de Freddie Mercury continúa y continuará siempre intacto.
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