Soy Sofía, una chica de 20 años que disfruta bastante su sexualidad, con un cuerpo que me esfuerzo por mejorar tengo muy grandes pechos desde muy pequeña y con ejercicio he logrado tener un muy buen y duro trasero. Soy soltera porque ningún hombre puede llevarme el ritmo en la cama.
Comienzo el día con un rico licuado de proteínas y como cada mañana al terminar, coloco mis audífonos y salgo a trotar.
40 minutos después estoy pasando de nuevo por la estación de policías donde más de uno me ve con morbo e incluso los he escuchado hablar sobre mi cuerpo pensando que no los escucho, conforme me acerco al lugar bajo el volumen de mis audífonos para poder escuchar algunas de sus guarradas.
Me gustaría que fueran más atrevidos, hay dos tres que están bastante bien, si tan solo se atrevieran a hablarme...
Para provocarlos y dejarles un regalito me paro a hacer estiramientos parando el culo lo más que puedo y logró escuchar a uno diciendo todas las barbaridades que le gustaría hacerle a mi culito y eso me calienta un poco, decido llevarlo un poco más allá que otros días y no paro de ofrecer mi culo a la mirada lasciva de todos esos oficiales, me paro y derramó sobre mi cara un poco de agua la cual cae por mis pechos haciendo que se marquen por encima de mi top blanco, que combina con mis leggins blancos con una pequeña tanga blanca, excelente elección.
Poco a poco escucho como mi acción los alborota y comienzan a decir más cosas que me exitan y siento como mi humedad crece, así que seguí estirando de manera que unos pudiesen ver mis pezones erectos y otros tenían una deliciosa vista de mi culo y una parte de mi coñito mojado.
Me gusta recibir atención masculina, aún más si es de este tipo, me encanta sentirme deseada, y me exita imaginar a uno de estos oficiales cogiendome, o mejor aún, más de uno.
Decido terminar el espectáculo de hoy y me disponía a emprender el camino de regreso a casa cuando uno de los oficiales se me acerca, me quitó los audífonos para no ser descortés y además el piensa que estoy escuchando música.
-Buenos días señor oficial. Digo mientras pongo la cara más perversa y atrevida que puedo para ponerlo nervioso y consigo mi objetivo.
- Bu...uenos días señorita, me percate que usted está haciendo ejercicio por aquí y quería pedirle de favor que no viniera más por aquí, distrae mucho a mis hombres. Pero mira que hijo de puta, piensa que dejaré de venir a poner cachondos a todos estos hombres.
- Ay pero señor oficial si la calle es libre, cualquier persona puede hacer ejercicio. Digo mientras hago un puchero, me acerco y paso la mano por su cuello, lo cual lo pone aún más nervioso.
- Lo sé señorita, el detalle está en que usted está muy bonita, su cuerpo es muy atractivo y mis oficiales no quieren trabajar por estar disfrutando de la visita, a más de uno lo he tenido que castigar por querer hablar con usted y, tal vez pueda incomodarla. Así que si habían hecho el intento pero este no los había dejado.
- Voy a ser directa oficial, yo me quiero coger a un policía o tal vez a dos, así que pasó por aquí para provocarles, así que lejos de incomodarte usted me los está espantando, mejor dígale a sus hombres que estoy dispuesta a coger con el que la tenga más grande. Digo acercándome mucho a el y termino diciéndole en el oído. - o si gusta puede cogerme usted oficial, dígame qué delito debo cometer para que me castigue. Finalizó con un beso en las comisuras.
- Así que eres más guarra de lo que imaginaba. Dice mientras se acerca a mí y aprieta una de mis nalgas para después azotarla. - si la señorita quiere verga, verga tendrá, ten por seguro que cada hombre de esta estación estará dispuesto a cogerte, comenzando por mí.
- Pues no sé qué espera oficial, dígame cuando y tendrá mi cuerpo completamente para usted. Finalizó con un beso en la boca y emprendo mi camino de regreso a casa.
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Después de tomar mi licuado diario iba a ponerme mis audífonos para salir a trotar cuando tocan a mi puerta, no tengo idea quien pueda ser, no esperaba ninguna visita hoy y no suelo traer chicos a mi departamento, prefiero sus departamentos o moteles.
Abro la puerta y me topo con la sorpresa de que el que estaba del otro lado de la puerta era el jefe de policía que me habló ayer, no sé cómo sabe donde vivo.
- Buenos días señorita, ayer me tomé el atrevimiento de seguirla... No lo deje terminar la frase porque comencé a besarlo ardientemente, con solo verlo parado en mi puerta hizo que me recorrieran escalofríos del deseo y lo caliente que me pone está situación.Dejo de besarlo solo para invitarlo a pasar y cerrar la puerta pero al segundo el ya está devorando mis labios mientras masajea mis pechos.
-Que ricas chichotas tienes putita, ¿Te gusta que te diga putita? Me dice entre besos.
- Señor oficial usted puede llamarme como quiera, si quiere que sea su puta lo seré. Digo mientras le toco el miembro por encima del pantalón y puedo darme una idea de lo grande que es.
- Eres una putita, una zorra, una cualquiera. Decía cada frase acompañada de un azote en el culo, vaya que será un buen polvo.
- Ahh si señor oficial, lo soy. Desabrocho su cinturón y bajo el cierre para meter mi mano dentro del boxer y poder sacar su pene ya bastante erecto.
Cuando veo su tamaño me sorprende un poco y siento el deseo de saborearlo, así que me pongo de rodillas para tragarme esa rica polla.
Paso mi lengua por la cabeza del pene y después por todo el tronco disfrutando de las venas gruesas que lo adornan, comienzo a meterlo a mi boca pero no logro meterlo todo, así que poco a poco lo empujó a mi garganta lo cual me encanta y me exita muchísimo, el oficial me toma del pelo y comienza a guiar mi cabeza metiéndome más y más su gran pene, haciéndome soltar un par de lágrimas pero también puedo sentir como escurren mis fluidos vaginales, mientras el oficial me dice insultos que me exitan aún más.
Después de un rato de sexo oral el oficial me jala del pelo y me pone de pie, para comenzar a desvestirme, luego se acerca a mis pechos y los comienza a succionar, después de unos minutos intercalando entre pasar la lengua por las aureolas de mis pezones, morderlos y succionar cual bebé, me empuja al sillón y yo abro las piernas para mostrarle mi linda panochita y él se abalanza sobre ella cual animal y comienza a comermela muy rico, haciéndome gemir y gritar de placer, comienzo a arañar sus hombros y empujar mi cabeza para que su lengua me penetre aún más profundo mientras me corro en un delicioso orgasmo, el primero del día.
- Que rico sabes putita. Me beso para darme a probar mi sabor y sin decir más se levantó y se marchó, me dejó desnuda, caliente y con ganas de verga en el sillón de mi sala.
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Relatos eróticos
Fantastikrecuento de relatos eróticos sacados de mi imaginación, combinados con mis fantasías y una que otra experiencia