Hoy me encontré su aroma en un suspiro,
luego me hallé con su reflejo en el resplandor de una aurora boreal,
y más tarde escuché su voz mientras releía una de sus aniquiladas cartas.
Sonreí, sonreí como un demente en mis delirios,
pues por un instante pensé que todo lo que había encontrado era real.
Hasta que en medio de mi frenesí,
el enigma de la noche y la magía de la mítica luna me descartaron la existencia de su ser,
y su amor por mi existencia.