Cuando entre en aquella habitación no podía creer lo que veía, esta tenía forma de octagono y sus paredes eran espejos, pero lo sorprendente era que mi reflejo en cada uno de esos eran distintas versiones de mi, con cola, alas, furro... Me hizo gracia una en la que tenía trompa y pinzas en las manos, me acerque y lo toque un poco y este me dio un calambre; nada más esto sentí rara mi cara y cuando fui a rascarme la nariz vi mis manos que ahora eran pinzas y en el espejo ahora se veía mi forma humana.