2 horas había durado el viaje en tren. En esas dos horas, Noelia no se había despegado de su MP4. Necesitaba mantenerse ocupada, porque sino acabaría pensando demasiado y sólo conseguiría ponerse más nerviosa de lo que ya estaba.
Buscó con la mirada a la madre de Álex, Sandra. Habían quedado en que iría a recogerla a la estación, pero ya llevaba un cuarto de hora esperando y no había llegado nadie. Suspiró, intranquila, y volvió a colocarse los cascos. Al instante tuvo que volver a quitárselos, ya que la aguda voz de una mujer la estaba llamando. Una mujer alta y probablemente demasiado delgada se abría paso entre la multitud que la rodeaba, intentando llegar hasta ella.
Noelia sonrió. La última vez que la había visto no era tan delgada, pero aún así parecía no haber cambiado demasiado. Se levantó de la silla en la que había estado esperando y agarró dos de las maletas, esperando a que la mujer llegara.
-Uff... Hay demasiada gente-dijo Sandra, llegando por fin hasta ella.- ¿Qué tal, cariño? ¡Cuánto tiempo sin verte!
La envolvió entre sus escuálidos brazos, quizás con demasiada fuerza. A Noelia le estaba empezando a costar respirar, pero no le dijo nada.
Se soltaron, Sandra con una sonrisa de oreja a oreja y Noelia aliviada.
-Has crecido mucho, como Álex-Noelia se estremeció al escuchar su nombre, aunque no pudo reprimir una sonrisa-Creo que mejor sería que nos fuéramos yendo.
El trayecto hasta el viejo piso de Sandra no fue muy largo. Tan sólo duró diez minutos en el coche rojo de esta, pero a Noelia se le hicieron eternos. La mujer no había dejado de hablar en todo el camino, y Noelia se limitaba a asentir con la cabeza cuando lo creía necesario. No dejaba de pensar en Álex, y odiaba eso, porque sólo la ponía peor.
Subieron por el ascensor y Sandra rebuscó las llaves en el bolsito que llevaba colgado del hombro. Al fin, las sacó. Tenía varios llaveros colgados, lo que hacía que pareciera que pesaba mucho. Uno de los llaveros tenía forma de corazón, y al parecer tenía una foto que no pudo reconocer. Puede que fuera una imagen de Álex de pequeño... Porque eso es lo que solían llevar las madre, ¿no?
El sonido de las llaves girando la volvió a traer a la realidad. La puerta se movió, empujada por la fuerza que ponía Sandra con la mano que no sujetaba una de las maletas. Noelia pudo ver el recibidor, con una mesita y un espejo encima de ella.
-Ven, cariño. Te llevaré primero a tu cuarto para que lo veas. ¿Te parece bien?-preguntó Sandra, nerviosa.
-Sí, claro. Me parece genial-contestó Noelia.-Esto... ¿Dónde está Álex?
Nada más decir esas palabras, se arrepintió. Se había puesto colorada. Estaba segura de ello. Menuda pregunta más estúpida había hecho... Sin embargo, Sandra la miró, sonriente, y le contestó:
-Creo que ha salido. Pero le recordé que llegabas hoy, así que supongo que regresará antes de la cena.
-Oh-fue lo único que pudo contestar. Entonces todavía tendría que esperar varias horas para verle. No podía aguantarse más.
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No me dejes ir.
Romance3 años. Eso es lo que le había costado a Noelia volver a verle. Pero ahora quedaba lo más difícil: que todo volviera a ser como antes.