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Todo era un caos, se escuchaba de fondo el sonido de las gotas de lluvia golpeando la choza, a pesar del gran bullicio, del pánico liquido que se infundía en la habitación.

Había nacido una niña, la enfermera que había asistido el parto no podía creer lo que sus ojos observaban. 

Era irreal, una niña irreal, recibida por una noche irreal,  justamente  en el atardecer, por una luna color carmesí, tan roja como nunca se había visto.

La madre lloraba desconsoladamente, -¿Que es esto?-, susurraba entre sollozos una y otra vez, entre pánico y desesperación, no podía creer lo que estaba viendo.

Su piel era blanca como el papel, labios pálidos, cabello extremadamente rubio, casi blanco, pestañas exageradamente largas y oscuras como patas de arañas, sus uñas parecían mini garras y las puntas de sus dedos eran oscuras, del color de la tinta, no lloraba, creían que estaba muerta, pero no, nació para vivir mucho tiempo, nació para ser vida y contemplar la muerte.

El padre le decía -No es mía, esta hija no es mía, me has engañado-

 La enfermera que recibió a la niña, se dio cuenta de las palabras extrañas que estaban en las plantas del pies de la niña, -Brujería, BRUJERÍA- gritaba con desespero, todos entraron en pánico(más del que ya tenían). 

La enfermera salió corriendo a buscar un cuchillo esa niña no podía existir, era del diablo se repetía la enfermera con las manos cubiertas de sangre por el parto reciente que acababa de atender y estando a punto de lograr que haberlo atendido hubiese sido en vano.

La madre de la niña gritaba y le decía a su esposo con desespero, con anhelo de que todos se calmaran, incluyéndose a ella misma -Tenemos que huir con ella, si es tuya, no te he engañado- le suplicada a sus esposo en medio de una crisis nerviosa.

-NO, ES ALBINA Y NOSOTROS MORENOS, ESA NIÑA NO ES MÍA, ES HIJA DEL DIABLO- Decía  el hombre con rabia, desdén, odiaba a su esposa en ese momento por haber dado a luz a algo así.

La enfermera regresó con el cuchillo, respiró hondo, ahogándose en su miedo,  sin siquiera ver a nadie en esa habitación, la señora creía que si la observaba mientras lo hacía podría hacerlo se acordaría de que esa niña no es producto del cielo y eso le daría el coraje.

Todos gritaron, la niña abrió los ojos, unos ojos carmesí, rojos como la sangre espesa, como la luna que la había recibido esa noche, la niña ladeó la cabeza y en la mitad de su cuerpo se empezaron a garabatear palabras, el cuarto olía a tinta y nadie sabía por qué, la señora se ahogó de la sorpresa, tosiendo de insofacto y soltando el cuchillo.

Todos tenían los ojos abiertos de par en par, el silencio por primera vez en esa noche, reinaba la habitación.

Aquel padre con terror infinito, salió corriendo hacia la niña, imaginando las mil maneras de matarla , contemplando como aparecían y desaparecían palabras en idiomas que ellos no podían entender.

-No- Susurro una voz gruesa con gran tranquilidad desde una esquina de la habitación, todos voltearon a ver al gran hombre de piel brillante, tostada y ojos azul cielo, tan claros que casi parecía gris, el subió la mano y congelo la escena.

Otro hombre apareció en la habitación contemplando a las personas que acababan de haber sido congeladas en el tiempo.

-Killiam, siempre te tocan las historias más dramáticas- Dijo entre una pequeña risa al hombre de ojos claros, este otro hombre, era grande, no tan grande como el otro, su piel era blanca, pálida como la de la niña, sus ojos y cabello eran dorados

- Touna- Dijo Killiam mirándolo con seriedad, el odiaba los chistes cuando estaba trabajando- Haz que olviden- Dijo con seriedad y siguió caminado a donde estaba la niña.

-¿Qué harás con ella?- Dijo Touna acercándose a los padres, mientras posaba sus manos sobre sus frentes.

-Lo que sea necesario, pero no puedo dejarlas con estas personas- Dijo Killiam observando a la niña, quien no se había detenido ante su poder, ella se revolvía en la cuna, el sonrió y se agachó frente a ella, tocó la manito de ella, observando sus garritas, sus manos eran muy grandes, sentía que la podía romper, cuando él la rozó, ella volvió a abrir los ojos, el tuvo un flechazo, la vio, vio su alma, vio su futuro.

-Killiam apúrate- Dijo Touna- Ya les borré las memorias, les hice pensar que la niña nació muerta, una niña morena y débil-Dijo Touna caminando hacia la puerta.

-No dejaré que nada te ocurra pequeña niña de tinta, soy tú ángel.- Dijo Killiam cargando a la niña con cuidado y saliendo por la puerta, la niña se quedó dormida rápidamente mientras el susurraba canciones del cielo.



Chica de tintaWhere stories live. Discover now