El corazón secuestrado

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Octubre, 2018
Ya va más de un año desde que decidiste que mi amor por ti era un peso innecesario en tu vida. Pero aún no he dejado de llorar por ello, dicen que el tiempo cura, pues yo digo que el tiempo es una medicina injusta. ¿Cómo te mejoró a ti en cuestión de días pero un año después yo sigo sintiendo que necesito que me suban la dosis? La pregunta es retórica porque yo muy bien sé la respuesta, solo que nunca la he querido aceptar. Tampoco me pongo mucha presión encima para aceptarlo porque no es solo cosa mía el no querer aceptar mi propia ingenuidad. No conozco a nadie en este mundo que no le de trabajo declarar que la persona a la que amó hasta en sus momentos más odiosos nunca le amó de vuelta. Me intento convencer de lo contrario todos los días porque cuando miro todo lo que me dijiste, todo lo que creí a ser verdad, puedo jurar con certeza que ese amor tan joven y energético lo sentíamos los dos. Siempre te miraba a los ojos porque dicen que los ojos no mienten y juraba ver sinceridad en cada destello de tu mirada. Pero, ya va más de un año desde que decidiste que mi amor por ti no era suficientemente grande como para ganar primer lugar. Todavía intento desgarrar los recuerdos de mi cerebro todas las mañanas porque es que dicen que el olvido llega pronto, pues yo digo que el olvido tiene favoritismo. ¿Por qué es que a donde ti llegó en cuestión de días y yo aún estoy en el aeropuerto esperando su llegada? A esta también sé la respuesta y fue solo hoy que la vine a aceptar. Tu sonrisa aún me brinda paz, tus abrazos absorben mi tristeza, tus palabras desconsideradas aún me hieren y el más mínimo afecto que me brindes me envuelve. Tantas veces me he preguntado cómo permito que te sigas aprovechando de mí. Nuevamente, la respuesta es simple; no ha estado en mis manos, sino las tuyas. Hace más de un año te entregué el corazón con instrucciones y explicaciones, cuando las descuidaste, asumí que en cualquier momento me lo devolverías. Más de un año después sigues andando con él de souvenir. No te escribo para acusarte sino para suplicarte. Devuélvemelo ya , por favor. ¿No has visto como cada vez que me miras se estremece? Por favor, entiende pues que aún estando en mis manos seguirá siendo tuyo. Solo me toca a mí aceptar eso como la injusticia más grande de todas.

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