Las mil y un peticiones.

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Después de muchas cosas vividas a lo largo de mis 16 años, la verdad me estaba dando un no sé qué, que qué se yo; en vacaciones siempre era exactamente lo mismo, no tenia amigos con los cuales salir, no tenia novia, puesto que al parecer a todas se les hacían mejor otros chicos, no podía (quería mejor dicho) estudiar, porque se suponía eran vacaciones, no iba a clases de lo que fuera porque siempre tenía problemas con eso, el gusto por la lectura apenas empezaba a darse en mí, las manualidades y todas aquellas cosas divertidas de la vida ya no se me daban mucho por hacerlas. La verdad estaba enojado, estaba furioso y no conmigo, si no con la vida misma. Siempre veía a los demás jóvenes a través de mi ventana y veía como todos y cada uno de ellos tenían una vida, alguien con quien divertirse, alguien a quien amar, alguien con quien crear momentos divertidos y que recordaran para siempre, pero ¿y yo?, al parecer no tenia la vida y el destino esos planes para mí. Estaba harto, tenía sueños, deseos, ganas de vivir, pero el problema eran las personas, la vida misma me había entrenado para dejar de confiar en la sociedad misma. A lo largo de mi vida, solamente se me habían cumplido dos deseos de mi enorme lista de peticiones y déjenme les digo que rogué y llore por ellos: el primero de ellos era tener hermanos, cuando empecé a darme cuenta de que era hijo único y que todos mis amigos en la primaria tenían hermanos, yo tuve la genial idea de pedirle hermanos a mis padres, años después llegaron y los amo con todo mi corazón, (aunque a veces me arrepiento un poquito y quisiera volver a ser hijo único) y el segundo fue subirme a la montaña rusa, ese sueño se me cumplió en secundaria, uno de mis dos "mejores amigos", Aarón, me invito completamente gratis, lo disfrute tanto, que cada ves que bajaba un puente o pasábamos un tope en el carro sentía ese gran cosquilleo y adrenalina que sale de lo mas profundo de tu ser.

Pero eso fue lo último, no me había pasado algo más extraordinario, y saben que, ya no estaba dispuesto a cooperar, ya estoy cansado de todo esto, ya no quiero confiar en las personas, en la vida, seguir viendo a la vida todos los días con positivismo no era la mejor opción, fingir que tienes amigos o sentir que tienes novia solamente porque ves películas de amor y logras sentir las escenas de besos apasionados o con actos de amor, para luego soñar todos los días con poder recrear esas grandes escenas románticas, o ver a todos tus "amigos" con cientos de fotografías yendo a miles de lugares que se supone tu a esta edad ya deberías de haber disfrutado; ya no quería más esto así que decidí modificar parte de lo que en mi existía, a partir de hoy sería más frío, ya no buscare personas, ya no dejare que me lastimen y se burlen de mí, si la vida me dio la espalda ahora yo también se la daría a ella y a todas aquellas personas que tal vez llegarán que en verdad dudo muchísimo que lo hagan, pues con mi nueva actitud la opción más creíble es que nadie se me acercaría.

Esas vacaciones fuimos al pueblo de mi padre y como era en temporada de lluvias y en provincia, se podía disfrutar de una agradable vista de todo el panorama, como despedida de mi antiguo yo y para darle cierre a un nuevo ciclo decidí escribir en una hoja las cosas que tanto deseaba:

· Encontrar novia (una que valga la pena realmente)

· Encontrar una familia disfuncional

· Encontrar a mi mejor amig@ (o uno de cada uno)

· Salir en unos XV años como chambelán

· Tener un celular completamente nuevo (no de segunda mano)

· Salir de la escuela y descubrir mundos nuevos

· Meterme a clases de baile

· Escribir un libro

· Llevarme mejor con mi familia

· Aparecer en la gaceta escolar ( siempre y cuando hiciera algo importante)

· Vivir mil aventuras

· Tener mi primera vez con la chica ideal (el amor de mi vida)

· Poder saltarme clases sin ningún remordimiento alguno

Todas y cada una de esas cosas (aunque suenas medio mafufas) no las había experimentado en ninguna etapa de mi vida, y ya no quería aferrarme a ellas, es mejor soltar aquello que pesa para que el viaje se aligere un poco y cueste menos el ritmo de la vida.

En una tarde lluviosa, decidí convertir la hoja en un barquito de papel y dejarlo correr por un canalito de agua; cuando lo puse en el canal y vi como lo arrastraba la corriente, vi como mis ilusiones se iban y desparecían por la fuerte corriente de agua.

Les deseo buen viaje queridos sueños, espero y encuentren una mejor mente que torturar.

MI TODO Y NADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora