El novio de mi hermano (SasuNaru)

Primer acto: Mi nuevo inquilino.

"Sasuke..."

Si hubiese estado completamente absorbido en la lectura de seguro hubiese ignorado aquello, el llamado fue sutil pero lo suficiente audible para que llegase a sus oídos, maldijo por lo bajo cuando su nombre fue dicho nuevamente pero en un tono mas alto e incluso molesto. ¿Acaso no sabía que existía aquel interruptor llamado "timbre"?. Sabía que se encontraba funcional y ese singular dispositivo no estaba solo para adornar.

"¡Uchiha bastardo, abre la maldita puerta!".

Un largo suspiró brotó de sus labios, dejó el libro en la pequeña mesita de un costado y antes de incorporarse se desperezó tal cual felino, cuando comenzó a avanzar hacia la entrada desordenó su cabello atezado con su diestra, bajando segundos después a su boca, ahogando un bostezo. ¿A qué había venido ese idiota? De seguro se le había ocurrido alguna letra o había comprado alguna tontería. Retiró el seguro de la puerta, girando el pomo después abriendo esta lo suficiente para que diese dos pasos y pudiese recargarse en el marco de la puerta, impidiendo que el blondo pudiese colarse como era su costumbre, rascó despreocupadamente su estómago, su día de descanso había sido interrumpido, no, peor... ¡Ese imbécil estaba fuera de su casa a las tres de la mañana!

— Puedo saber, ¿qué carajos haces aquí y a esta hora? —preguntó sin delicadeza alguna, gruñendo al final, dignándose a por fin mirarlo fijamente, su sorpresa fue cuando notó aquellos cristalinos ojos, rojos e hinchados por el llanto, que quizás no tenía mucho que había cesado. Suspiró lentamente, haciéndose a un lado invitándolo pasar, sin preguntar nada. Naruto hizo caso inmediatamente, haciendo un mohín para tratar de retener las ganas de ponerse a llorar ahí afuera, apretó su descuidada mochila naranja contra su pecho y desapareció por el pasillo, Sasuke sabía a donde se dirigía.

El moreno lo siguió luego de cerrar la puerta tras de sí colocando el seguro de paso, llegando a su única habitación de ese sencillo departamento. Era común siempre que el blondo venía, pasársela juntos viendo películas o jugando algún videojuego en la consola, pero ahora el menor no estaba curioseando como siempre sino que se encontraba acostado boca abajo en la enorme cama matrimonial, hundiendo su rostro en el cojín, indagaba que estaba lloriqueando de nueva cuenta o soltando alguna maldición sobre lo que pudiese pasarle, estaba intrigado, sí.

Espero paciente a que el menor se calmara, recargando su espalda en la pared frente a la cama, el tiempo transcurría con lentitud pero el ajeno no daba señales de querer hablar, así fue hasta que se hizo casi treinta minutos, Sasuke estaba fastidiado por el silencio y se acercó al blondo, pateando su trasero para que le hiciese caso.

—¡Uzumaki Naruto! —lo llamó, alzando considerablemente su tono de voz, su humor no era el mejor en esos momentos— tienes menos de diez segundos para decirme que te ha pasado o ahora mismo te vas —completó en una sentencia, esperando alguna reacción.

Naruto hipo, había dejado de llorar hace ya unos minutos pero aún no se calmaba lo suficiente, se encogió sobre si mismo al sentir un pequeño dolor en su glúteo derecho, pero fue suficiente para que se incorporarse, descubriendo parte de su rostro, exhaló, nervioso.

— Teme*, mi tío me ha corrido de la casa de mis padres —confesó, rápido y sin rodeos, su corazón aún se comprimía al saber que todos sus recuerdos con ellos no volverían.

Sasuke por primera vez se compadeció de su mejor amigo, se acercó para sentarse al borde de la cama y lo jaló hacia sí, pasando su brazo alrededor de los hombros, consolándolo y el ajeno se dejó, acurrucándose. Sabía lo importante que era para el blondo, era lo último que le quedaba de ellos luego de que fallecerán hace ya más de cinco años, cuando Naruto había cumplido exactamente diecisiete años.