PRÓLOGO

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¿Son las coincidencias las que nos llevan a encontrarnos con distintas personas en nuestra vida o es el destino el que nos guía hasta ellas? La respuesta, por increíble que parezca, es un hilo rojo, uno que une las coincidencias y el destino, para conectar a esas personas que deben conocerse. Este hilo es atado a nosotros minutos después de nacer, y desde entonces y hasta nuestra muerte lo llevaremos, nunca desaparece y permanece constantemente atado a los dedos meñiques de las personas conectadas, a pesar del tiempo y de la distancia, podrá estirarse pero nunca romperse.

Un hilo rojo al que no podremos ponerle peros ni imponerle caprichos ni exigencias. Un hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay un después. Cada persona tiene una opinión sobre dicho tema, cada quien puede creerlo o no, pero en ocasiones, las casualidades son tan fuertes que no dejan dudas…

Por muy extraño que suene, esta antigua leyenda del hilo rojo pervive hasta nuestros días. Dicho hilo es invisible, por lo tanto nadie podía ni puede verlo, excepto una persona, una vieja hechicera .
Ella era la única persona capaz de sentirlo y encontrar a esas personas conectadas. Y yo, sorprendentemente, soy la descendiente más joven de dicha hechicera y como bien ya os imagináis conservo sus “poderes”; yo y toda mi familia pasada tenía ese “poder”, la única diferencia es que yo no lo he ocultado como todas han hecho…

Mi nombre es Sadece, tengo 18 años y vivo en el centro de la ciudad, como siempre quise. Soy de estatura normal, mi pelo es largo y rubio y mis ojos son verdes; siempre se metieron conmigo, aún sin conocerme, usaron mi físico para hacerme daño, porque no me consideraban bella, pero yo no lo veo así. Considero que la verdadera belleza esta en el interior, en la forma de ser, de pensar, en las sonrisas, en las risas, en las miradas, en los recuerdos, en las palabras y en los momentos que te hace vivir una persona, esa es la verdadera belleza; y odio que esta sociedad considere por bello solo a la superficie de una persona, algo que con el tiempo va a cambiar y no a todo lo demás.

Muchos pensareis que como antes he dicho soy una bruja o algo parecido, pero no, no monto en escoba ni hago conjuros, no soy como el estereotipo que tenéis en vuestra mente de lo que es una bruja. Solo soy una chica normal con el “poder” de sentir el hilo rojo que une a las personas, aunque a mi no me gusta llamarlo poder, ya que no soy un ser extraño, yo lo llamo habilidad. Gracias a esta habilidad puedo trabajar, me dedico a tratar con personas que buscan su otra mitad, el amor de su vida, el final de su hilo rojo; yo las ayudo a encontrarlas. Sinceramente no me puedo quejar de mi trabajo, pues en estos tiempos que corren todos están locos por encontrar al amor de su vida, y todos recurren desesperadamente a mí.
No entiendo como las personas están tan desesperadas en encontrar el amor, será que como yo desde pequeña he tenido esta habilidad me he cansado de él.

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