¿Son las coincidencias las que nos llevan a encontrarnos con distintas personas en nuestra vida o es el destino el que nos guía hasta ellas? La respuesta, por increíble que parezca, es un hilo rojo, uno que une las coincidencias y el destino, para c...
-Bueno -digo cambiando de tema -voy a tomar tus datos personales -le digo cogiendo mi agenda.
Tras cogerle todos los datos que necesito, le advierto algunas cosas:
-Manu he de advertirte algunas cosas -digo mientras el asiente serio -no admito reclamaciones ni exigencias. El que manda es el hilo no yo, si el hilo está atado a cierta persona es porque esa persona es la indicada.
-Vale, vale, lo entiendo, estoy preparado para aceptar el final de mi hilo.
-Y lo más importante -digo siguiendo con las advertencias -el plazo máximo para encontrar a una persona es de un mes. Si en un mes no he encontrado a la persona buscada ya no la podré buscar más y el dinero te será devuelto.
-Vamos que si en un mes no encuentras a nadie te rindes -dice mirándome fijamente.
-Exacto, no voy a perder más tiempo en buscar alguien a quien no voy a encontrar -digo encogiendo los hombros.
-¿Entonces nunca me enamoraré?
-¡No! no toda la gente se enamora de la persona a la que está conectada.
-Vale, vale, parece que lo voy pillando -dice con una media sonrisa.
Nos ponemos en pie y nos dirigimos a nuestro bloque. Camino lento, mirando cada detalle del paisaje que captan mis ojos, me encanta observar e imaginar la vida de las personas, Javi dice que soy una cotilla pero yo no lo creo... bueno, solo un poco.
-¿Me estas escuchando? -dice Manu parándose frente a mí.
-Eh... No, lo siento -digo avergonzada.
-Como siempre en tu mundo -dice riéndose -algún día tendrás que llevarme, se ve que es muy interesante -y tras un largo silencio -Oye una pregunta, ¿de dónde viene esta habilidad tuya?
-Mi madre la tuvo, y mi abuela y mi bisabuela y así sucesivamente, hasta llegar a la vieja hechicera, la primera de todas -le explico mientras caminamos.
-¿Cómo descubrió el mundo de vuestra habilidad? -me pregunta con curiosidad.
-Es una larga historia Manu -digo riendo.
-Bueno hay tiempo, o ¿acaso vas a ir callada todo el trayecto de vuelta? -dice mientras me mira con los ojos entrecerrados.
-Vale, tú lo has querido -digo apuntándole con el dedo y riendo -Hace muchísimos años, un joven emperador tuvo noticias de que había una hechicera que era capaz de ver el hilo rojo. Rápidamente hizo que sus guardias la buscaran, pues quería conocer quién sería la mujer que compartiría su lugar en el trono. Cuando la hechicera llegó al palacio, el emperador le pidió que encontrara el otro extremo del hilo que llevaba atado en su meñique. La búsqueda tardó mucho tiempo, ya que la hechicera estaba segura de que el final del hilo se encontraría en otra parte del mundo. A pesar de ello, la bruja al fin concluyó su búsqueda y le dijo al emperador que la siguiera hasta un mercado. Al entrar, se encontraron con una campesina que se encontraba vendiendo legumbres. En el momento en el que estuvieron frente a la mujer, la bruja le pidió a ella que se pusiera de pie y dijo:"Ahí tienes el otro extremo de tu hilo rojo. Es decir, que la búsqueda ha terminado."
El emperador se enfadó tanto que hizo apresar a la hechicera y ordenó que le cortaran la cabeza. Además de eso, empujó a la pobre campesina, quien a su vez llevaba a su pequeña hija en brazos. Desgraciadamente el golpe le causó al bebe una herida en la frente. Pasaron bastantes años de aquel suceso y el día en el que el emperador finalmente se iba a casar, llegó la novia a la Iglesia. Era la hija de un exmilitar muy respetado en todo Japón. El templo estaba lleno de gente, nadie quería perderse la boda. Cuando por fin la pareja estuvo frente a frente, el emperador le quitó el velo a su prometida y de inmediato se fijó en que la joven tenía una cicatriz exactamente igual a la que él le hizo a aquel bebe del mercado.
-¿¡Enserio!? ¡No puede ser cierto! -grita Manu, haciendo que todas las personas que había en la calle se giraran a mirarnos.
-Baja la voz -digo ocultando mi cara con mis manos -Claro que es cierto, ¿porque te mentiría?
-Bueno, pero si mataron a la bruja ¿Qué haces aquí? -me pregunta confuso.
-¡Déjame terminar! -exclamo riendo -Como bien has recordado, la mataron pero no mataron a su hija que había heredado su habilidad- le explico.
-Bueno, entonces...
-¡Ya hemos llegado! Se acabó el interrogatorio por hoy -digo cortándole y entrando rápidamente en mi piso.
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