Golpe tras golpe, llanto tras llanto, risa tras risa. Esa era tu rutina diaria. El despertar con tu cuerpo vendado era deprimente, y especialmente el despertar a lado del causante de tu sufrimiento. Tener que aguantar lagrimas de dolor en silencio con solo verlo. Solamente tener el deseo de cerrar tus ojos y no volverlos abrirlos era solamente un añoro cercano que podrías tener; algún día de estos no resistirías mas los golpes que recibías de aquel hombre que amabas con tanto afecto.
Soltaste un suspiro vacío en aquella habitación, te levantaste débilmente hacia el baño de aquel amplio cuarto, cada paso despertaba cada recuerdo de aquel cuarto, las heridas se iban abriendo mental y físicamente mientras solamente se podía ver una cara sombría, la melancolía se volvía presente con solo verse en el espejo, ver su rostro lleno de golpes y moretones, extrañaba el ayer tan dulce y venturoso, a que este presente con tristeza y desdichas.
Limpiaba aquel pequeño departamento con los pies descalzos, miro aquel sillón, a lo que acaricio su cobertura; otro suspiro vacío y melancólico.
Hace 2 años atrás
El primer bimestre en la universidad era agotador, un nuevo inicio con buenas expectativas. Desde pequeña habías centralizado mas tus estudios que tu vida personal, esa era la razón por la que tenias un numero muy reducido de amigos. A lo que la universidad fue una nueva oportunidad para ti.
Habías logrado hacer un pequeño grupo de amigos, era reducido pero igual se sentían cómodos con ese pequeño grupo.
Meses pasaron y la relación de amistad era cercana pero empezaste a notar como los demas conseguían una pareja durante el trayecto, uno en uno iba cayendo en los efectos del amor de aquel cálido otoño, te daba algo de envidia el ser casi de las únicas del grupo el no tener una pareja a la que amar, pero igualmente aprovechabas el no tener a nadie para concentrarte un poco mas en los estudios.
El primer suspiro enamorado fue liberado en un clima frío en invierno, visitabas comúnmente la biblioteca universitaria para estudiar en aquel silencio, te concentrabas aun mas entre paredes y libros, sin pensar que ahí conocerías un cierto chico. Observabas desde tu mesa de manera disimulada a aquel chico de cabellos azabaches, de ojos hipnotizantes y serios, no entendías este sentir, así que solamente te acercaste al chico; no eras tímida, nada por el estilo. Solamente estabas curiosa de ese nuevo sentir.
Los meses pasaron, en una amistad sana y tranquila, una muy común a la vista de cualquiera pero nadie sabia que había en la mente de aquel chico, siempre andaba cerca de donde ella estuviera, la seguía de manera disimulado, sus ojos brillaban con resplandor cada vez que estaba observándola o cuando pasaba tiempo con ella.
Su brillo era opaco, oscuro como las profundidades del mar, ver como aquella chica sonreia de manera alegre ante la presencia de un chico cual acomodaba su cabello ligeramente, un chico que mantenía un sonrojo mientras hablaba con ella. No podía escuchar la platica pero con solo ver la expresión corporal de aquel chico, su cuerpo de ponía en modo de alarma, apretaba sus puños con fuerza; sus pies se movían en dirección donde se encontraba aquella chica, mataba al chico con la mirada, el no tenía derecho a hablarle a ella, no tenía ni derecho a verla con la mirada.
Un resonar de gritos se escuchaba en aquel callejón suplicas y llorosos se escuchaban mientras que una risa psicótica se acompañaba en alaridos de dolor y sufrimiento, era un escenario lúgubre y sádico.
-¿Creíste que tenías alguna oportunidad con ella ?-
Pisaba el cuerpo mutilado con fuerza mientras reía
-¿Creíste que podías arrebatármela?-
Volvió a pisar haciendo que sonara un grito apagado del otro
