Parte 4 (sin corregir)

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— ¿no... no tiene miedo que... le suceda algo? — Pregunto Lihia, su voz se entrecortaba por más que tratara de reprimir su miedo.

Tres horas pasaron desde que el joven humano de la extraña espada había partido a la aldea, sabía que esos humanos en la ciudad subterránea eran muy peligrosos y tramposos, pero por cierto juramento enians era incapaz de revelar que su especie protegía a esa hipócrita y malvada especie; Aunque había puesto su confianza a esos dos que se veían como humanos y estos aceptado sin excusa alguna, su instinto natural más su capacidad para poder percibir la esencia le decían a gritos que no eran humanos y eso la calmaba un poco, al punto de sentir preocupación por aquel joven llamado Arthur.

— Señorita Lucia — volvió a llamar a la joven humana de cabello rubio, que se encontraba acostada detrás de su espalda.

Aun se encontraban en el claro del bosque a un metro de la fogata, la cual había usado para cocinar horas antes, el Emia dormía plácidamente y unos pequeños ronquidos se escapaban pareciendo un silbato viejo por el cual el aire se escapaba. Las dos chicas de distinta especie se encontraban protegidas del frio con una gruesa manta sacada de una de las cuatro alcien que Lucía y Arthur habían traído consigo.

—Es necesario responderte eso... — dijo lucia al levantarse y mirar el cielo.

— se... se ve tan tranquila... su... supongo que él es muy fuerte, creo— sus irregulares ojos castaños miraron la espalda de la chica.

— el solo es un idiota... un tonto — su voz era un pequeño susurro.

— ¿idiota? — la enians escucho el susurro de Lucia — pero usted... confía en el... ¿ver... verdad? — sus orejas triangulares y planas se tensaron esperando una respuesta.

— Eso no puedo negarlo, aunque quisiera — una leve sonrisa se formó, y su mejillas se ruborizaron, una brisa soplo revolviendo su rubio cabello —gusano de biblioteca, mi... ¿Qué es eso?— su voz se entrecorto ante lo que veía.

Una brillante luz venida del este ilumino el cielo opacando a los astros, acompañada de un explosivo estallido que agito el viento y remeció a los arboles del bosque, espantando a cualquier bestia a sus alrededores, en solo un minuto algunos árboles cedieron ante la fuerza del viento.

Lucia sin pensarlo mucho resguardo a la asustadiza enians, bajo sus brazos como de si de una niña se tratara. Hasta que el extraño fenómeno se detuvo.

— ¿Sabes que hay en ese lugar?—preguntó, señalando al este de dónde provino la luz.

—Solo bosque, arboles de valetia... un bosque de valetia nada más... — Lihia respondió con miedo, apegándose a Lucia.

— pero qué diablos... ¿qué hago? — sus agudos oídos captaron un sonido metálico a los lejos.

— ¿Señorita lucia que sucede?— reprimió un poco su miedo, mientras Lucia la apartaba.

—te protegeré... no hagas nada idiota — sus ojos cambiaron de verde a azules.

—.... — la enians solo atino a guardar silencio.

Lucia sin más dio la espalda a la pequeña y asustadiza enians, de su espalda brotaron dos imponentes alas negras, los dedos de su mano se volvieron garras y sus dientes colmillos filudos, su cabello rubio empezó a brillar de la misma manera que todo su cuerpo y de la nada todo su cuerpo fue cubierto de fuego para luego concentrarlo en sus garras.

—¡¡¡VENGAN!!! — su grito resonó en aquel claro del bosque, agitando la mentes de todo los seres vivos cercanos.

El enemigo que debía enfrentar se acercaba muy rápido por el bosque, se trataba de un ejército de cien máquinas de elite.

Neo 2.0-- Volumen 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora