treinta y tres🍒

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Cuando Luke me aparta de su regazo sé que la he cagado por completo. Ni siquiera quiere verme a los ojos, el ambiente se ha hecho espeso y tenso, la música rápida que suena de fondo no va para nada con la situación, lo que lo hace peor. Abro mi boca para decir algo, pero nada sale. Le observo en silencio, sentada a su lado, se lleva una mano para acomodar su cabello, seguido de inhalar hondo.

—Era una broma, Luke, no hablaba en serio.

Nada. Me comienzo a impacientar ante su indiferencia. Cierro mis ojos con fuerza, maldiciéndome internamente. Dios, ¿Por qué no pienso las cosas cinco veces antes de soltarlas?

—Luke, por favor —ruego, coloco mi mano sobre su brazo, pero él niega lento para verme directo a los ojos. Parece decepcionado. Me preparo para lo que vaya a decirme porque sé que no será nada bueno, pero no llega nada puesto que se escucha el azote de las puertas.

Frunzo el ceño con aflicción al percatarme de la presencia de Calum en la sala. Luke también ha volteado a verle.

El moreno trae consigo a un perrito entre brazos, trato de acordarme si lo vi al entrar, pero al parecer la mascota no estaba cerca. Me fijo en la cara de Calum y este parece dormido, con los ojos hinchados y marcas de cojines en las mejillas.

— ¿Ya se aburrieron? —es lo que nos pregunta con su voz ronca. Dirijo mi atención en Luke y él se levanta del asiento, ignorándome. Mi corazón sube a mi garganta.

—Ya nos vamos —habla Luke, su tono de voz es bajo, desganado. Calum le ve con el ceño fruncido y luego se enfoca en mí, sus ojos marrones me inspeccionan con duda y soy consciente de que es obvio la angustia en mi expresión.

Me levanto también, me acomodo la falda con cuidado y voy directo al lado del rubio, quien ha comenzado a cercarse a la salida. Volteo a ver a Calum para alzar mi mano en señal de despedida y él imita mi gesto, aun con confusión en su rostro.

Una vez salimos de la gran casa, Luke se monta en el auto y lo prende sin dudar, ni siquiera espera a que me acomode y coloque el cinturón para arrancar.

—Te dejaré a unas cuadras de distancia —suelta serio para después dejar escapar un largo suspiro desconsolado, su mirada está fija en la carretera. Aprieto mis dientes con fuerza por la frustración, niego y dejo caer mi cabeza entre mis manos, inclinándome hacia adelante.

—Te dije que estaba bromeando —musito. Le escucho bufar.

—No es ese el punto, Ophelia.

— ¿Entonces qué? —espeto a la vez que me incorporo para observarle.

Luke suelta un gruñido cansado, despega la vista del poco tráfico para lanzarme una mirada llena de advertencia.

—Todo iba bien, estábamos bien, sí, no debí decir aquello, fue una tontería, solo una boba broma, lo lamento.

—Ya ni siquiera es sobre si dijiste eso, sino la verdad que hay detrás.

— ¿La verdad? Luke, por Dios.

El auto se ha detenido debido al semáforo en rojo, Luke aprovecha esto para volver su rostro hacia mí, sus ojos trasmiten lástima y frustración, sus manos ejercen presión sobre el volante.

La inquietud se ha adueñado de mí, me cuesta tragar por culpa del nudo en mi garganta, me cruzo de brazos y me achico en el asiento.

—La verdad, Ophelia, la verdad de que te llevo 7 malditos años, eres menor de edad y tu madre se puede enojar tanto si descubre lo nuestro que me metería a prisión —expone, ha arrancado el auto de nuevo, acelerando con más velocidad— ¡La verdad! ¿Aló? Esto no es una jodida versión de Lolita, reacciona.

Su tono de voz me hace sobresaltar, pero no le digo nada, me limito a ver por la ventana, con mi pecho doliendo y el nudo en la garganta más fuerte. Y cuando entramos a nuestro vecindario, Luke se estaciona lejos, a como prometió.

—Escucha, no tienes culpa de nada de esto, fui yo el imbécil que siguió con esta idea de tener algo aun sabiendo tu edad, Ophelia...

Frunzo el ceño y alzo mi mano para callarme.

— ¡No! Tú no fuiste el que me buscaste, provocó e insistió, esa fui yo, Luke, no te eches la culpa... ni siquiera deberías de estar buscando culpa en algo como lo nuestro, maldición, no me des esta charla —espeto preocupada. Tengo la dolorosa sospecha del camino en el cual va a terminar esto.

—Sí, pero yo nunca debí ceder, ese fue mi gran error.

Una cachetada dolería menos que él refiriéndose a esto como un error.

Luke respira hondo, ha dejado sus manos sobre sus piernas y está encorvado, viendo a través de la ventana. Quiero poder decir algo, cualquier cosa que arregle esto, pero no hay nada, quizá él tenga razón.

—Es graciosísimo que haya olvidado esta mierda de la diferencia de edad por un momento, ¿Puedes creer que hasta ya estaba teniendo sentimientos por ti? Qué basura.

Abro mis ojos con asombro ante sus palabras. Luke sigue sin verme a la cara. Me inclino hacia él para hablarle.

— ¿Sentimientos por mí? ¿Te refieres a que te estabas enamorando de mí? —Cuestiono esperanzada.

—Estaba.

Gira su rostro para verme directo a los ojos y ojalá no lo hiciera porque mi corazón se ha caído a mi estómago y lo único que quiero es esconderme para llorar.

—Será mejor que lo dejemos, créeme, es lo mejor.

Me quedo quieta en el asiento y niego lento.

— ¿Lo mejor para quién?

—Para los dos.

—Ni una mierda, estás exagerando todo, Luke.

— ¿Yo exagero? ¿Qué de aquella vez que me contaste sobre tu madre teniendo sospechas respecto a que siempre venías a mi casa? Dime, Ophelia. Lo nuestro siempre va a estar en una cuerda floja, es inestable y aunque te duela escucharlo, es un secreto, lo nuestro es un jodido secreto, ¿Quieres ser un secreto? ¿Ah? Sin mencionar que es ilegal.

Ahí va, el primer sollozo, lo intento suprimir, pero es tarde; mis mejillas comienzan a estar húmedas es cuestión de segundos. Luke ni siquiera se inmuta ante mi llanto.

—Lo lamento, Ophelia, pero tiene que ser así.

No digo nada. Me giro para agarrar mi mochila del asiento trasero, la sostengo con fuerza y abro la puerta del auto para salir. Trato de no voltear a ver mientras voy caminando por el andén y cuando doblo por la primera cuadra me encargo de correr hacia casa. 

delicate | lrh [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora