Prólogo

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Hace frío y está diluviando. Sarah Lint tiene que aguantar al pesado de su hermano pequeño de ocho años en el coche mientras se mudan de Galicia a Madrid por temas de trabajo de su madre.

Sarah se pone a llorar porque en la radio ponen la canción que tenía con su mejor amiga, Lisa.

Su amistad se rompió por culpa de Josep, un gilipollas que estaba utilizando a Lisa.

Sarah quiso que Lisa abriera los ojos, pero estaba tan ciegamente enamorada de Josep que quiso pensar que tan solo le quería poner en su contra para tener algo con él.

Cosa que era estúpida, pues Josep no podía caerle peor. No era su tipo.

Terminaron discutiendo y ahora que estaba mudándose tenía menos esperanzas en arreglar las cosas.

Sabía que si siguiera en Galicia se resolvería pero de esta forma nunca más hablaría con ella.

Además, Lisa se había asegurado de bloquearla en todas sus redes sociales.

-Vamos chicos, salir del coche que ya hemos llegado –dijo la madre de Sarah con mucha emoción.

Era un piso en pleno Madrid. Se encontraba en la sexta planta.

La entrada era amplia y acogedora. Esa fue su primera impresión de la casa. Las paredes eran de color beige.
Le llamó la atención un gran espejo redondo que se encontraba enfrente de la puerta.

Caminaron hacia la cocina. Era de color blanco y negro. Había una isla en el centro, muy grande.

Se dirigió al salón. Era súper acogedor con sofás de cuero sintético y una mesa de café.
Al lado del sofá había una lámpara de pie enorme y preciosa.

Enfrente del sofá grande había una televisión enorme y a los costados del sillón grande había dos pufs.

Los dormitorios eran amplios.
Había una sala de videojuegos que sabía que la utilizaría más su familia que ella.

Al final del pasillo se encontraba su dormitorio. Lo diseñó ella y perfectamente podría ser un cuarto de Pinterest.

Tenía una cama de matrimonio enorme con lucecitas alrededor.

La habitacion era de color gris perla aunque una de las paredes era de ladrillos blancos.
Al lado estaba un vestidor bastante amplio. Tenía estanterías grandes, donde más tarde puso sus funkos y discos de sus artistas favoritos.

Luego empezó a decorar el espejo y el cuarto con cuadros, pósters y fotos antiguas.
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Al día siguiente
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-Buenos días mi vida, venga que es tu primer dia de bachiller. Vamos que hay que darse prisa – dijo la madre.

Sarah se levantó eufórica por conocer gente nueva. Fue a la cocina y se comió unos gofres deliciosos que preparó su madre.

Se lavó los dientes y se peinó su preciosa melena morena y larga.

Se vistió con una camisa de camuflaje de color turquesa con transparencias y unos pantalones de tiro alto negros.

Se puso unos pendientes de aro grandes y tan pronto como terminó de prepararse salió de su casa despidiéndose de su familia antes de cerrar la puerta.

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