Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"

11. El bosque prohibido.

- Eso es un castigo extremista - protesta Lily - A esto mensos jamás llegaron a ese extremo y ellos solo eran niños.

- Suena muy peligroso - agrega mi madre.

- Estoy de acuerdo con ellas - dice Molly - El bosque prohibido no es un lugar para niños de once.

- Estoy seguro que sus hijos estuvieron protegidos durante sus horas de castigo - les dice Dumbledore.

- Con la suerte de ellos, lo dudo - comenta Ojo loco.

Nuestros padres nos observan esperando explicaciones, al igual que nuestros hijos.

- Es mejor que leamos lo que sucedió - les dice Harry y mi abuela acepta resignada.

Las cosas no podrían estar peor.

Filch nos llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde nos sentamos a esperar; sin decir una palabra. Hermione temblaba. Ron estaba pálido. Con Harry, tenemos una idea de que esperar.

No podía imaginar cómo nos íbamos a librar del problema en esa ocasión. Estábamos atrapados. ¿Cómo pudimos haber ser tan estúpidos como para olvidar la capa? No hay razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara para que estuviéramos vagando durante la noche, para no mencionar en la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadimos a todo eso Norberto y la capa invisi­ble, ya debíamos empezar a hacer las maletas.

Esa fue la primera vez que Hermione no podía mirar los ojos de un profesor. Miraba fijamente sus zapati­llas, tan rígida como una estatua.

- Me sentía fatal - nos aclara.

- Compartía el sentimiento.

- Creo que tengo idea de lo que sucedió - dijo la profeso­ra McGonagall muy enojada - No hace falta ser un genio para descubrirlo. Se inventaron la historia sobre el dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos.

Los cuatro nos miramos y sabía que preferimos ser acusados de eso, antes de meter en problemas a Hagrid.

- No debieron haber sido tan considerados conmigo.

- Ya te lo hemos dicho Hagrid, serás un muy buen amigo nuestro y te tenemos un gran afecto - le dice Hermione - No íbamos a permitir que te echaran.

-Estoy disgustada - dijo la profesora McGonagall - Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así! 

- ¿Cómo qué no? - le dice indignado Sirius - Nos encontró más de una vez.

- Hieres nuestros sentimientos Minnie.

-Tal vez no los mencioné para que no los tomaran como ejemplo - les dice en cambio muy seria.

- Tiene un buen punto - comenta mi padre.

Ustedes, Hermione Granger y Hannah Gryffton, pensé que tenían más sentido común. Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffin­dor significaba más para ti. En cuanto a ti, Señor Weasley, ni sus hermanos han hecho algo semejante. Los cuatro sufrirán castigos... Nada les da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se les descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.

-¿Cincuenta? A Malfoy le descontó veinte - protesta Bill.

- Aún no termino - le previene Ron.

-¿Cincuenta? - resopló Harry - Vamos a perder el pri­mer puesto, lo que habíamos ganado en el último partido de quidditch.

-Cincuenta puntos cada uno - dijo la profesora McGo­nagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.