Capítulo 4: Annie la humana

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Suena una campanilla en la iluminada cocina, empieza a escucharse el silbido de una tetera al fuego, aparece Annie para untar una tostada recién echa con mantequilla y se sirve un poco de té, se dirige ahora a la sala, encuentra todo en su lugar, un sillón y un buró, una sola cosa que hacer, leer hasta altas horas de la noche, los temas son escolares en su mayoría, debe ponerse al día con los rigurosos sistemas escolares.

Muerde la tostada y abre el libro, así son las cosas ahora, recuerda y se arrepiente de pensar en el pasado, desde que era pequeña sus padres la apoyaron bastante, le dieron un techo y una cama donde dormir, al menos hasta que a los 12 años su madre murió, desde ese entonces las cosas cambiaron, salió a trabajar por su cuenta en varios restaurantes como mesera, una niña inteligente y pequeña entre platos y comensales.

Su padre perdió el interés en cuidarla y a sus hermanos, por lo que después de 3 años de la muerte de su madre, Annie y sus hermanos ya tenían un trabajo, pero solo Annie seguía en la escuela, aún sin libertad y en un mundo con ideales de liberación encontró amigos que la apoyaron moralmente, y a los 16 decidió valerse por sí misma, al fin eso sería más sencillo que tolerar una casa llena de hombres ebrios.

Aprovecho una mañana de resaca en que su padre se veía mejor de lo que se ve siempre y le avisó que se iría por un tiempo, quería seguir estudiando y terminar una carrera, su padre soltó en llanto y entre lágrimas y gemidos le pidió perdón por no ser un buen padre, el la abrazó y le deseo la mejor de las suertes antes de irse, su padre le dio un pañuelo de tela algo viejo y doblado, las últimas palabras que escucho de el fueron -Estoy orgulloso de ti, mi dulce Johann- 

Pasado el tiempo Annie se vio en la necesidad de encontrar otros trabajos para costear la carrera y pasó por las cocinas, por una sastrería e incluso pensó en vender comida por si misma, hasta que encontró trabajo en una boutique, en ese lugar tomo el mando de toda una sección para vender, tenía un sueldo y comisiones y a pesar de que más de un empleado la quería seducir, ella siempre se concentró en la carrera y estudiar.

Día de la graduación y Annie fue la más aplaudida en la entrega de certificados, al menos la reconocían sus amigos y aunque sabía perfectamente que no vería a su familia, un inmenso dolor la envolvió de manera sofocante al ver qué había 2 lugares en primera fila para ver el discurso de despedida que ella daría, Sr. y Sra...  que por supuesto era para sus padres, una lágrima callo por su mejilla y continuó con su discurso, dio fin la ceremonia y el decano de la escuela invito a todos a pasar al salón de baile, Annie por supuesto no se había preocupado por encontrar una pareja de baile o de cualquier tipo.

En el techo de la escuela una niña inteligente y pequeña tiene un sueño logrado, -¿Qué sigue ahora?, Es decir tengo 20 años y soy oficialmente una profesora, supongo que no tengo a donde ir por ahora, o quizá si me asignan a una escuela lejos de aquí pueda empezar otro proyecto- bajo la mirada y se sintió libre, sin ataduras ni obstáculos en el futuro, su cabello castaño se iluminó bajo la luz de la luna y una brisa acaricio su rostro, una feliz y cálida sensación la embargo.

Regresó a casa por fin después de tanto tiempo, una sorpresa le llevaba a su padre y también a sus hermanos, corrió hasta la casa en que creció y tocó la puerta una y otra vez, dentro se escucho el tintinear de botellas vacías y un hedor emanaba de ahí, tocó insistentemente y detrás de ella escucho -¿Qué buscas?- Era un chico desalineado pero para su fortuna sobrio, Annie le explicó que ella vivía ahí, buscaba a su padre y hermanos, a lo que el chico abrió la puerta, -Pasa Annie, me alegra verte pero tenemos que hablar-

Annie sorprendida apenas y puedo reconocer a el más pequeño de sus hermanos mientras le contaban lo sucedido.

-Pues... papá no está, así que como decirlo, ninguno de los hermanos ha logrado más que vaciar cantinas y meterse en líos, Annie será mejor que no te vean-

-Pero... y papá- insistió Annie.

-Te he dicho que el no está... el, hace tiempo que no vuelve-

-Sabes dónde está?-

– Claro que lo sé Annie, se exactamente dónde está... el...-

-Llévame con él, por favor-

-Annie entiende, es mejor que no te vean, ebrios siempre te reprochan el dejarlos con papá, y ahora el está muerto, solo que me cuesta aceptarlo-

-Dices que papá murió y... ¿Que mis ebrios hermanos me odian?... creo que tienes razón, tengo que irme- Salió Annie del portón viejo y pateando una botella que había cerca, las lagrimas le nublaron la vista mientras caían en cascada y decidió no volver nunca, era suficiente con saberlo.

Un par de semanas después ella recibió una carta del magisterio, le solicitaban en un pueblo alejado y decidió tomar la oportunidad por ella, y por su futuro, el trabajo siempre le agrado y asignada a un grupo de niños de primaria ahora estaba aún más emocionada, pronto se instaló en el pueblo y se ganó el cariño de sus alumnos, el respeto de sus colegas y la admiración de algunos padres de familia.

La verdad sea dicha, Annie Johan maestra de primaria podría ser fácilmente la mujer más atractiva del pueblo, a su edad de 20 años y para su baja estatura de tan solo 154 cm el conocimiento le sobraba y su cabello cubría hasta su espalda, era castaño claro y de piel morena clara, por supuesto era toda una belleza y en más de una persona le incitaba algunos pensamientos que de saberlos ella, se ruborizaría hasta desmayarse.

Para terminar de instalarse compró una pequeña casa y algunos muebles de la muebleria local, los rústicos muebles Rossenwolf que, le habían recomendado los colegas, pero con la advertencia de quién los fabricaba y el cuidado que tenía que tener, le agrado conocerlos y entablar una charla con ellos.

RossenwolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora