Hibari Kyoya es un estudiante de segundo año normal. Todo en su vida también lo es, o bueno, más o menos. Tal vez lo único "anormal" es su extraña familia, pero sin contar eso... Nada en si vida en extraño.
Pero todo cambio cuando cierta chica apare...
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Hibari Kyoya caminaba con cansancio a su casa.
Por un momento creyó inocentemente que podría quitarse de encima aquella molesta chica..., si, creyó... pero lamentablemente (para él) no fue así.
Un sonoro suspiro salió de sus labios.
Aunque no lo admitiera, la chica se había convertido en una gran amiga... una gran amiga que ojalá solo viera en la escuela y no se gastara todo su dinero en mangas y animes.
Respetaba sus gustos, si. Nunca llegaría a discriminar a alguien por algo tan estúpido como sus gustos. Además, sería un completo idiota doble cara si actuara de ese modo, puesto que sus padres eran dos hombres, dos hombres trabajadores que lo amaban y él a ellos.
Dos hombres con gustos extravagantes y hasta narcisistas, pensó al recordar a sus padre, Reborn y Fon.
Pero ese no era el punto.
El punto era que su "amiga" fantasmal era una maldita compradora compulsiva que se gastaba el dinero de sus padres. Y lo peor, cuando trato de prohibirle o de evitar que gastara ocultando su tarjeta y diciéndole que ella ya no gastaría más dinero, se metió a su cuerpo y así fue a las tiendas a comprar.
Dios... de solo recordar eso, Kyoya sentía una enorme vergüenza.
Todavía podía recordar ese trágico día...
『—Tienes absolutamente prohibido utilizar nuevamente mi tarjeta de crédito... —Kyoya miró a Chrome a los ojos y esta trato de hacer su mejor cara de perro mojado bajo la lluvia... Lamentablemente eso no funcionó en Kyoya. Él siguió firme en su decisión. —Y ni porque me hagas esa cara cambiaré de opinión... Tú no puedes hacer más compras en internet. Si me llega otro recibo... la pagaras caro —amenazó para después salir de su habitación.
—Grrr... —gruñó Chrome molesta una vez estuvo sola—. ¿Ahora que haré...? No puedo vivir sin mi yaoi —suspiró cansada. Medito un momento las palabras. —Un momento... Dijo que YO no podía hacer más compras y que no podían ser en internet, pero... en ningún momento dijo que no podían ser en la tienda y que él las podía hacer —se dijo a sí misma sonriendo maléficamente.
Ya sabía lo que tenía que hacer.
Si Kyoya hubiera sido mas especifico, tal vez... solo tal vez, aquello no hubiera pasado.
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