Donghae I

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Me desperté de un salto cuando sonó mi teléfono móvil, aunque me llevó bastante tiempo poner mis extremidades a funcionar. Después de un momento de revolver por la mesilla de noche, tenía el teléfono en la mano. Busqué a tientas dos veces antes de poder levantarlo hasta mi oreja y responder.

—¿Qué? —murmuré.

—Donghae, amigo, necesito tu ayuda. 

De algún modo no estaba sorprendido de escuchar la voz de Hyukjae. Abrí un ojo y levanté la cabeza apenas un centímetro para poder echar un ojo al reloj. Solté un gruñido.—¿A las seis menos cuarto de la mañana? ¿No podía esperar?

Hyuk soltó una suave maldición.—Lo siento. Acabo de regresar de una llamada y no estaba prestando atención porque estaba todo fastidiado. No estaba pensando, simplemente necesitaba llamar.

Parecía muy nervioso. Un golpe de adrenalina hizo que me sentara derecho en la cama, apartando las mantas de mi cuerpo y estremeciéndome de frío.—Oh, Dios mío. ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¿Estás herido? Estaré ahí ahora mismo. Yo...

—Dong... —Hyukjae lo interrumpió rápidamente, manteniendo un tono suave—. Estoy bien. No fue uno de los malos. Mierda, lo siento. No quería hacerte pensar... Escucha, te llamaré más tarde, ¿vale?

Fruncía el ceño porque no pude evitarlo. Hyuk era bombero. Por supuesto que iba a preocuparme. Era el mejor amigo que tenía en el mundo. También era el amor de mi vida, pero él no sabía esa parte y yo hacía todo lo que podía para que siguiera siendo un secreto. Él nunca me había dado ningún indicio de que estuviera interesado en mí. Pero lo necesitaba en mi vida, de cualquier manera que pudiera, y no iba a poner eso en peligro. Así que mantenía mi amor y deseo en secreto, y continuaba de la manera que había sido durante los quince años anteriores.

Me dejé caer de nuevo en la cama y expulsé el aliento mientras me pasaba la mano libre por la cara. Ahora que sabía que estaba bien, mi estallido apresurado de miedo estaba desapareciendo.—Solo dímelo ya —refunfuñé quejándome, solo a medias—. Ya me asustaste al despertarme y de todos modos tenía que levantarme dentro de media hora.

—Lo siento —volvió a decir, pero esta vez podía decir por el tono divertido que no significaba nada. Hice un ruido de disgusto y Hyuk se rió realmente. Me estremecía. Dios, adoraba su risa.—El fuego secreto de noche fue en Cuotas Cakery —dijo Hyuk con un suspiro pesado. Y entonces se quedó callado. Esperé por más explicaciones como por qué me decía eso, pero parecía que eso se suponía tenía que servir como explicación.

—Umm, ¿siento escuchar eso? —me aventuré a decir después de pasado otro minuto—. ¿Hubo algún herido?

—No, gracias a Dios. —Suspiró explosivamente.

—Está bien. Entonces, umm, ¿cuál es el problema? Otro que el daño a la propiedad, porque eso no es nada divertido. No sabía que le tenías tanta estima a ese lugar.

Hyukjae soltó un bufido burlón.—Amigo, iban a hacer los cupcakes de la fiesta del ochenta cumpleaños de mi abuelo. La cual es mañana.

—Bueno, eso apesta jodidamente, ¿no? —me compadecí. El abuelo de Hyuk era de los buenos. Con un corazón grande y comprensivo, era un hombre fornido incluso a pesar de la edad y el cáncer que había intentado acabar con él. Pero Yong Lee no era alguien que se dejase vencer, y había luchado a través de todo y llegado a los ochenta. Le contaría a cualquiera que lo escuchase, incluyéndome a mí cada vez que me veía, que lo había hecho por sus hijos, nietos y bisnietos.

—Quiere cupcakes. Dice que sí ha llegado así de lejos, debería obtenerlos malditos cupcakes que quiere.

—Debería —estuve de acuerdo. Por lo que me concernía, podía tener todo lo que quisiera—. Pero no sé cómo puedo ayudar. No tengo ninguna clase de conexión con pastelerías. No sé cómo vas a encontrar un lugar que te los haga con tan poca antelación.

Hubo un momento de silencio. Y luego otro antes de que Hyukjae lo lisonjeara en voz baja.—Tú podrías hacerlos.

Me quedé sin aliento.—¿Qué? —balbuceé.

—Venga, Donghae. Solías hacer esos cupcakes asombrosamente deliciosos. Los de fresa con relleno de tarta de queso. Tan ricos.

—Llevo años sin hacerlos —protesté. Aunque tenía que admitir, escucharlo describir mi confitura con un pequeño gemido en su voz era muy satisfactorio. E hizo que mi pene se irguiera, cosa que ignoré resueltamente.

—No es como si hubieras olvidado cómo hacerlos. Por favor, Hae. Es por el abuelo, y él se lo merece. ¿Lo harás por él? ¿Por favor?

Su tono de voz casi suplicante me hizo capitular.—Bueno, supongo que puedo hacer unos pocos...

—¡Genial! —gritó Hyukjae—. Son sólo cinco docenas...

—¡Hyukjae! ¡No puedo hacer sesenta jodidos cupcakes!

Se rió suavemente.—Te ayudaré. Estará bien. Podemos hacerlos en una noche, ¿verdad?

—Si no quemas la cocina —refunfuñé.

—¡Oye! —protestó con una carcajada—. ¡No soy tan malo!

Contuve una sonrisa. No quería estar contento.—Lo eres. 

Hyuk se rió de nuevo, pero entonces se puso serio.—Por favor, Donghae. Por favor.

Su voz era suave y suplicante, y sabía lo que significaba. Hyukjae normalmente hacía demandas en lugar de peticiones, así que sabía que esto iba en serio. Por él, podría hacer cualquier cosa. Esto realmente no era mucho pedir.

—Iré a comprar después del trabajo y pillaré los ingredientes. Tienes que estar aquí a las siete. 

No necesitaba su fervoroso agradecimiento, pero fue agradable escucharlo de todas formas.

Amor y Cupcakes [EunHae Adaptación +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora