Uno es de donde llora

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Este capítulo se lo dedico a @capulla_sixtina porque me apetece y ya está.

Disfrutad. Se acabará pronto el sufrimiento.

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Siempre estoy de vuelta

porque uno es de donde llora

El pasado me llena los ojos de polvo,

de piedras,

de arena molesta,

y todos aquellos que dicen que es el tiempo

el que controla los latidos

saben que miento

cuando les digo que es algo

y no alguien

quien ha interrumpido mi parpadeo

Elvira Sastre 'Uno es de donde llora'


Irene cerró la puerta nada más Inés se fue. Si tan solo hubiese podido cerrar también la puerta de aquel cajón de sentimientos que era su corazón. Sentía que no podía meter nada más allí porque se partiría en cualquier momento.

Pero, por primera vez en mucho tiempo, estaba ilusionada por algo (o por alguien).

Había personas con aspiraciones impresionantes en la vida... ¿La suya? Comer con Inés Arrimadas.

¿Cómo era posible que su percepción de una persona hubiese cambiado tanto en apenas unos días?

Ya la estaba echando de menos y acababa de salir por la puerta.

¿En Barcelona? Estaba ella.

¿En Madrid? Estaba ella.

¿En su casa? Hace nada, también estaba ella.

En su cama, en su ducha, en su cocina, en su terraza...

Recorría mentalmente cada milímetro de su vida que había pisado la catalana.

La tierra que era su piel ya la tenía conquistada, pero aún se negaba a reclamarla.

O... Quizás sí quería...

Irene era incapaz de leerla. Era su libro favorito en la más absoluta oscuridad.

Odiaba necesitarla. No, necesitar no era la palabra. Como Meredith Grey decía... 'Puedo vivir sin ti, pero no quiero'. Eso le pasaba a ella con Inés.

Se sentía como una adolescente encoñada de su profesora de lengua.

Intentó aparcar esos pensamientos y se puso a trabajar. La campaña estaba a la vuelta de la esquina, así que tenía mucho que hacer.

En un breve descanso decidió escribirle a la andaluza. Rezaba a un Dios en el que no creía y a todas las Vírgenes que se le pasaban por la cabeza para que pudiese venir a comer con ella.

"Irene, al final se alarga la reunión. Me va a ser imposible ir a comer, lo siento... Te debo una... ¡Unas cuantas!" le respondió Inés.

"¡No te preocupes! Lo primero es el trabajo. Ánimo" contestó rápidamente.

Al menos no tenía que ocultar su decepción porque nadie la veía.

Sabía que el trabajo era lo primero para Inés y lo respetaba y entendía porque para ella también lo era. Pero necesitaba verla, acabar ese café y la conversación que quedó a medias.

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