01. Con el pié izquierdo

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Diclaimer: NANA y Paradise kiss no me pertenecen, son propiedad de Ai Yazawa. Yo solo los tomo por pura diversión y sin un fin de lucro. 

Su partida sabía a como si fuera ayer, cómo si aquella noticia fuera todavía el boom en cada medio de comunicación existente, conocido. La muerte de una estrella cobraba solamente sentido solamente al pasar. 

Al final, él se inmortalizó para la eternidad. 

Falleció, explotando en pedacitos y lejos en sus hermanas. Las estrellas nunca avisan, nunca saben cuando mueren. Él tampoco había dejado carta de despedida. No se detuvo siquiera a pensar en el hueco que le dejaría a ella...Sólo debía acabar con su realidad y con esa mentira que ni fue capaz de soportar.      

Resonó en cada reproducción de vídeo arriba de un escenario, rodeado de legiones de personas que gritaban: "¡Vamos Ren! ¡Otra, otra!". 

Sin duda su solo recuerdo, a pesar de los años que transcurrieran, continuara siendo una gran espina enterrada sobre el corazón de cada uno de sus fanáticos y a lo largo del inmenso globo. Un tipo con expresión de Buda, cabellera corta en picos de puntas y  asomándose al filo de la tarima que existiese dentro de un estadio, acompañado por la oscuridad y  esas luces, brillantes y parpadeantes de fondo. 

Componiendo un sonido que asemejaba al ruido de una furiosa tormenta, que iba en subida y bajada; calibrando su mirada oscura al bullicioso publico y en lo que deambulaba desparramando en forma de lluvia cada gota de sudor que le arrancaba cada nota. 

Así de glorioso era, así era cómo mataba Ren y por medio de su música.

Claro que, puertas a dentro, no era de los que priorizaba el sentimentalismo en su agenda. Desapasionado. Éste prefería mil veces saborear a la Anarquía, incluso no conformándose con ser parte de un pueblo conservador y plagado por tantos prejuicios como de bestias de su folck. Siempre estuvo un paso al frente, rompiendo el estereotipo y adoptando el gusto por la corriente del punk (no solo en su persona).

En el sexo: era una bestia, fiera e insaciable.

En la materia de sentimientos: un completo desastre.

En cambio, Nancy también tenía ciertos sueños que cumplir, su meta era de igual mayor que él. Sueños, que no se extinguirían para ser su brillante esposa y esperando a la vuelta de su gira. Nancy no era así. Por eso, aún él con su último aliento, le había amado mas que nunca por ello. Tal vez, esa fue la razón por la que se esclavizó a vivir de estupefacciones, a pelear constantemente con los miembros de su grupo y siendo esa la mayor causa de que no halla divisado a tiempo esa noche: las luces de unas blancas faroleras a la distancia.

Ninguno de ellos encontró el valor de encarar su realidad. ¿Les pesó el lado de la soberbia en ambos? ¿No les resultaba ser sinceros?

Su intento de amor no les dio el final feliz; al contrario, los transformó solamente en un par tóxico. Dos polos opuestos, que se atraían mutuamente por una sinfonía de cuerdas vocales y una iracunda guitarra eléctrica de él; cuando estaban solos en el interior de un cuarto rentado, en la ciudad Tokio.

Si ésta le hubiese sido más franca desde un comienzo...

Enseguida el gran bostezo que pegó su compañero de asiento, bastó para que a ésta le temblasen por entero los párpados cerrados y no quisiera fingir por mucho estar dormida. Primeramente, abrió un iris de color marrón. A simple vista ella era de tez nívea, pómulos bien marcados y con unas pestañas, gruesas y largas; que destacarían el doble si le repasara el cepillo de rimel liquido en negro. No le hacia justicia a la asiática promedio del Sol Naciente y si encajaba a la perfección en el nuevo continente que iba: Europa.

Nana Osaki se desprendió de aquel grueso cinturón de seguridad, que le apretó durante el transcurso de un largo vuelo de ida y también de unos cascos que descansaban encima de los hombros (un servicio que estaba a disposición del pasajero). Levitara su curvilínea figura de aquel inmobiliario, dudoso de ser tan mullido y revestido de pies a cabeza de azul; y que internamente era parte del decorado aquel bestial aeroplano. 

Bordeó el asiento, conduciéndose al fondo de la cabina trasera y descendiendo por las escalinatas que era para los pasajeros.

Indicándose por un extenso pasillo, sin compañía que unos desconocidos que tomaban su misma ruta. Ella se topara con la visión de una enorme terminal: unos negocios de chucherías, un pequeño restaurante, unas escaleras mecánica, filas de sillas en forma de hilera y apenas un poco movimiento de humanos. Para colmo, los carteles escritos en holandés hacia que diese más vueltas en círculos. ¿No había nada en ingles?

 Su propia imaginación que le querría jugar una mala pasada.

Encima Nana no se encontraba lista para enfrentarse a emociones fuertes. Pero, su jodido viaje diagnosticaba a ser caótico.

Rápidamente a Nana no le ataca justamente la inseguridad, sino fueron unas terribles punzadas a sus riñones y debido a contenerse hasta su descenso. A su vez, a ésta le surgirá un inesperado escalofrió desde el inicio y hasta el fin de la espina dorsal. Esto empeorando al minuto de encontrar un posible baño.

—¿Cerrado?—Masculló al borde de pánico,  forzado al girar varias veces el picaporte de una puerta cerrada y no consiguiendo buenos resultados.—Ahora...,¿qué mierda hago?

Su viaje empezaba a torcerse sin poder evitarlo, encima no había auxiliar a la redonda y prácticamente Nana estaba en el limite de afrontar la peor de las vergüenzas. Estrujó bien los muslos, cruzando una pierna con la otra y tratando de que se le evacuara todavía del todo el barco. Una agonía que se expresó en ella: por medio del acumulo de sangre propagándose por ambos mofletes, con una cristalina gota de sudor corriendo por el costado de la frente y torcer su boca en una patente mueca de sufrimiento.

No era un castigo que ella mereciera, ahora que por primera vez caminaba por si sola. Ahora que decidió empezar de verdad de cero.

—¡Bendito seas!

Agradeció, trotando en primera instancia y corriendo mientras se aprieta sus partes impúdicas entre dos palmas por arriba de la pollera hasta la altura de a rodilla.

—¡Baño de hombres!

**

Oye, Hachi...

Nunca te agradecí el apoyo por mi decisión.

Caminar sola no es tan malo...

¿Si es duro?

Oye, Hachi...

Creo que estoy camino a un vergonzoso aprieto...

.

Nota de la autora: 

Finalmente pude actualizar este primer capitulo, quise ahondar un poco en el conflicto que viene cargando consigo Nana Osaki. Realmente, me costo (no voy a mentir). Estuve sin ánimos de actualizarlo, ya que no me terminaba de convencer los escenarios y una fuerte necesidad de detallar demás. 

Por cierto, las ultimas estrofas son en honor a una amiga de Nana. Son pensamientos de ésta, no será la ultima vez en que la evoqué. Por otro lado, veremos hasta qué nivel llegara la mala suerte de Nana. 

Les mando un abrazo. 

Irayami.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2019 ⏰

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