Uno, dos, tres... Ese sentimiento recorre cada esquema de tu superficie vital... Uno, dos, tres... Sigues respirando, pisando siempre fuerte y mirando hacia delante, intentando no caerte, reprimiendo las esperanzas de culpabilidad e inquietudes por dentro. Sigues luchando por aquello que no puedes ver, pero aún así sabes que estas combatiendo contra ese espectro que llevas ligando a tu ser desde el vientre, esa doble cara, ese recuerdo, esa parte de ti. Y pasan los días y los momentos y así sucede, tu piel se vuelve cada vez más gris, sientes que te estas muriendo en cada parte de tu ser, lo notas, más prefieres callartelo, como todo aquello que prefieres guardarte, para ti, y sólo para ti. Las sonrisas se desvanecen y vuelven a tu mente los recuerdos, todos aquellos, anhelas estar allí, y echas a llorar, como siempre haces a alta noche mirando a la luna. Intentas dejarlo pasar, pero cada vez que caminas te pesa más ese momento, y fuistes y serás más importante que toda esa puta mierda, porque todo tiene solución y no hay que quedarse anclado en los recuerdos, sé y vuelve a ser libre y feliz. Sabes cuál es la solución más prefieres la parte fácil, buscas y rebuscas en los cajones ese objeto puntiagudo y metálico que sabes que acabara con todo esto, y no sabes que hacer, pero tu mente no piensa, es esa doblé cara que actúa por ti, y prefiere cortar y sanar la herida de la forma más cruel posible, con la muerte.