Capítulo 91*

3.8K 230 122
                                    

EVANT

Desperté y noté que había dormido cinco horas. Era medio día y el señor Foster todavía estaba durmiendo.

Pedí el desayuno y me lo trajeron hasta la habitación. Comí muy poco y decidí que ese era el último día que me ponía a esperar a que se resolvieran las cosas.
Este día, iba a ir por Arianna aunque me costara la vida.

Yo no podía aguantar ni un segundo más bajo techo sabiendo que mi novia estaría siendo torturada en otra parte.

Se me partía el alma con pensar eso e imaginarme el sufrimiento que tendría ahora. Y también rezaba para que no le pusieran ni un solo dedo encima.

Me ponía furioso pensar en todas esas cosas y la impotencia que sentía era mucha porque yo ya llevaba mucho tiempo estando sin hacer nada por traerla de vuelta, aunque sabía que localizarla no era un trabajo fácil.

Mi teléfono sonó en cuanto terminé de desayunar y contesté.

–¿Diga?
–Soy Josh, te necesitamos en la base.
–¿Ustedes no durmieron nada?
–Sí dormimos, pero tenemos noticias nuevas.
–Voy para allá.

******

El agente Oliver tenía algo que decirnos y era por eso que estábamos teniendo una videollamada.

–Listo, ya estamos.–dijo Paul– Ahora dinos, ¿qué cosa tienes para nosotros?

–Nosotros tres no hemos podido dormir ni un poco.– dijo Oliver, y Valeria y yo nos volteamos a ver.

–Evant.– dijo sin aliento.– Entonce es cierto.

–¿Qué cosa?

–Que perteneces al FBI.– dijo ella.

–Sí, aquí trabajo. ¿Cómo te encuentras tú?

–Frustrada pero a salvo. ¿Ustedes qué tal?

–En las mismas que tú.– dije.

–Bueno– siguió el agente Oliver–, lo que queríamos decirles es que gracias a la ayuda de la base central del FBI y la ayuda de ustedes, hemos podido dar con las llamadas que tanto hemos buscado y resultan ser de gran utilidad. Así que, por favor Mayer, haz lo tuyo.

–Aquí vamos.

Una llamada comenzó a reproducirse y reconocí la voz de inmediato.

Hola, Caitlin. ¿Cómo va todo?–La voz era de Ronald.
Muy bien, gracias. ¿Cómo te va a ti?
–De maravilla.
–Qué bueno. A ver si te acuerdas de tu hija.
–Claro que me acuerdo. Por eso te marco, porque como me ascendieron de puesto, quiero que vengas conmigo a una cena que tendré con los señores Foster. Y eso significa que le mandaré más dinero.
–¿Ah sí? ¿Y por qué yo? No me gusta involucrarme contigo porque luego surgen problemas.
–¿Entre quién? Si lo dices por mi hermano, a él ni le importas. De hecho él está reubicado y está más cerca que nunca.–soltó una risa.
¿Por qué dices eso?
–Porque trabaja para mi jefe, el señor Foster.
–¿Cuándo quieres que nos veamos?– Ronald se rió con amargura.– No te burles, respóndeme.
–Si no te digo eso, capaz y me cuelgas. Me temo que sigues ilusionada por recuperarlo, ¿cierto?
–Ya basta Ronald.
– Bien, tú ganas, tú ganas. Y bueno, quiero que me acompañes a la cena porque va a ser muy importante para mí. Y bueno, ¿qué dices?
–¿Qué día es?
–Sábado 28 de febrero.

Noté que los chicos anotaban la fecha.

–Lo tengo libre, pero necesito dinero para moverme de Toronto.
–Bien, yo te pago todo. Incluso te pago la niñera que verá a la niña.
–Te lo agradezco mucho, pero la niña viene conmigo.
–¿Hablas en serio?
–Sí. ¿Qué clase de madre sería si la dejara en Toronto?
–Ya sé a qué juegas, Caitlin. Pero sí, acepto también pagarle a la niña su boleto. Quiero verla también.
–Qué bueno. Y nos quedaremos en tu casa, si no te incomoda.
–Para nada. Solamente espero que mi hermano no nos vea porque se van a malinterpretar las cosas cuando no son así.
–Bueno, ¿qué mas da si lo hace?
–Ay Caitlin, no juegues con fuego.– pude apostar que sonreía.
–Amo hacerlo.

Mi GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora