Hora de jugar

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El lugar en donde estaba era de un color gris ya despintado, con las paredes llenas de rasguños y manchas de sangre, sólo había un foco que alumbraba tenuemente al centro. Podía notar como las otras chicas estaban asustadas al igual que Susy y yo, ya que nadie sabía que hacíamos en ese feo lugar.

De pronto se escucho un sonido que venía de la puerta, está se abrió lentamente dejando entrar a una persona con una máscara y un carrito como los que usan los meseros para transportar comida, camino hasta el centro de la habitacion dejando el carrito a la vista de todas, después de colocar un sobre encima de la mesa se retiró.

Al poco rato el sujeto volvió a entrar está ves solo se paró en la puerta nos miraba fijamente.

- ¿Quien eres? -pregunté al mismo tiempo que una de las chicas.
- ¿Que es lo que quieres de nosotras? -pregunto Susy casi en llanto.

Todas nos miramos asustadas, asi paso el tiempo, una horas claro esta o posiblemente solo fueron unos minutos, la verdad no lo se, no tenía ni cabeza para pensar en eso, lo único que sabia era que ya estaba cansada de estar en esta maldita silla mis manos y tobillos comenzaban a dolerme, las demás chicas se veían igual.

Al poco rato regreso aquel hombre y se puso detrás mío, sólo podía sentir su respiración en mi cuello, poco a poco sentía como se acercaba a mi oído.

- ¿Crees que eres perfecta? -susurro mientras me jalaba del cabello con fuerza.

Su voz hizo erizar mi piel por completo, era una voz imponente, en ese momenti sentí como mi corazón se aceleraba, tenía los nervios de punta, del miedo tragué en seco y lo único que hice fue mover mi cabeza para evitar un mayor contacto, el rió por mi reacción mientras se dirigía con Susy, al llegar a ella hizo lo mismo, pero por lo que pude escuchar su pregunta cambió, fue algo cómo ¿Te arrepientes de algo?, ella se notaba super nerviosa y no es de esperar si con esa voz es inevitable, asi fue pasando con las demás.

- Tienen 10 min para pensar sus respuestas -dijo mientras nos miraba con frialdad antes de salir.

Entramos en pánico, se notaba como todas estabamos desesperadas, algunas comenzaron a llorar más, el verlas así me ponía más de nervios y del miedo nisiquiera podia pensar en alguna forma de escapar y mucho menos en una respuesta a esa pregunta.

el recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora