Capítulo 2

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— Látigo Gris.— exclamó una gata.

— ........—

— Látigo Gris— dijo, más fuerte.

—.....hmmm....—

— ¡DESPIERTA LÁTIGO GRIS!— gritó, pinchando la panza del guerrero con sus zarpas.

— ¡m-mrruau! ¡Ya, estoy despierto! Desperté...auch..— maulló él, bostezando largamente. Con los ojos entornados, levantó la vista hacia la gata que le gritaba. Era Carbonilla. — ¿Y ahora que sucede Carbonilla? Estoy tratando de dormir, ¿Ya salió la patrulla matutina?—

— sí, pero no es por...—

— ¡Entonces por qué me despiertas! Si está todo bajo control entonces no hay  razón de que yo esté ahí.—  diciendo esto, colocó su tupida cola sobre su cara.

Carbonilla rodó los ojos y acercó su cara hacia el guerrero.

— Nimbo Blanco está enfermó.— Maulló, haciendo que el guerrero levantara su cara con los ojos como platos. —Al parecer luego de que anunciaste que sería tu "segundo al mando" quiso celebrar tragándose tres conejos él solo. A estado en mi guarida desde medianoche.— dijo con tono monocorde.

— ¿Cómo que enfermó? ¿Entonces quién...?—

— Yo me encargué de eso, no te preocupes Látigo Gris.— anunció un recién llegado desde la entrada de la guarida. Era Manto Polvoroso. — Y creo que era demasiado predecible que ese cerebro de ratón echaría todo a perder sin siquiera haber empezado— dijo, ronroneando brevemente.

— Hey— objetó Látigo Gris. — Nimbo Blanco es un buen guerrero con un gran corazón y valentía. Solo es un poco...... distraído.—

— 'distraído' no es el término que usaría yo— Carbonilla movió los bigotes de risa. — como sea, con o sin Nimbo Blanco aún tendrás que asegurarte de que el clan no dejé de funcionar. Puedo encargarme de supervisar que todo esté bien dentro del clan, pero el resto –como patrullas, partidas de caza, entrenamiento de los aprendices— te corresponde a tí "Estrella Gris". — luego se dedicarle una burlona mirada, se dió la vuelta, pasando de lado a Manto Polvoroso y se fue hacia el claro.

Manto Polvoroso, luego de guardar silencio un rato, se acercó a Látigo Gris quien estiraba pacientemente sus patas.

— Si te sirve de consuelo, podría ayudarte en una cosa o dos, pero no será todo el tiempo. Acedera y mis cachorros son más importantes que tus responsabilidades. — dicho esto, dio la vuelta y se fue.

Látigo Gris estaba muy feliz de contar con amigos en el clan quienes siempre lo apoyaban y ayudaban en cualquier cosa y que nunca se burlaban de él por sus disfortunios.

Eso fue sarcasmo, por cierto.

En verdad extrañaba a Estrella de Fuego.

Y tal vez a Tormenta de Arena.

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Para cuándo el sol estaba en su punto máximo, el clan ya estaba alimentado y tranquilo. Los aprendices dormían juntos a la luz del sol, los guerreros compartían lenguas, Nimbo Blanco se quejaba desde la guarida de Carbonilla; en resumen, todo estaba en orden desde los ojos de Látigo Gris.

Casi.

— Entonces, ya has pensado qué le dirás a los otros líderes cuando se enteren de que Estrella de Fuego se ha marchado del bosque?—  maulló Carbonilla, masticando un trozo del ratón de agua que tomó del montón de presas.

Látigo Gris, quién estaba acicalándose al  lado de la curandera, tomó su tiempo para responder. — Algo así. Tenía en mente solo decirles que el Clan Estelar le ha asignado una misión importante y que mientras tanto yo estoy a cargo del clan. Fácil.–

¡hola! Soy Estrella GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora