Llegué a comer al lugar que había visitado contigo, ese que se me había vuelto ya tan cotidiano, por pasar frente a él todos los días.
Tome un asiento e hice mi pedido, recordando cariñosamente cuando fui junto a ti, tú pediste por mi. Inevitablemente volteé la mirada al asiento que tú habías ocupado entonces, para encontrarlo vacío. Una chica al fondo se percató de la escena y después de un rato encontró mi rostro algo familiar. Me pregunto por ti, enseguida miraron todos, se veían interesados, te recordaban bien.
"-El... -miré la fecha insegura en la pantalla del celular. - debe estar yéndose."
Ahí me tope con la triste realidad, de la que no había querido hacer conciencia: No iba a volver a verte nunca más.
"-El no vino a despedirse. -dijo una mujer algo mayor del otro lado de la barra."
La miré con complicidad y le dije en voz baja, pero sinceramente:
"-Tampoco pude despedirlo."