"Un pasado ya conocido" - Parte 2

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Pocos días después del encuentro entre estas dos almas, él no dejó de buscarla, algo le gustaba, sus ojos tan preciados, ese peinado distinto a las demás chicas, su manera de vestir. Quería conocerla, mucho más.

Pensó en como fue que tuvo contacto con ella, y fue la vez que estuvo tocando música. Nuevamente obtuvo la atención de todos, mientras que él la buscaba.

Ella volvió a ir al centro de la ciudad en busca de productos los cuales sus padres les habían pedido, con una canasta de lado, caminó hasta el local; su corazón se aceleró al escuchar de nuevo aquellas melodías, buscando con la mirada de donde provenía.

No dudaba en volverla a encontrar, su corazón sentía que estaba cerca, hasta que subió su mirada, topando sus ojos con ella, de nuevo, esta vez no la dejaría ir.

Unos rechistar provenientes de los caballos blancos como la nieve, quienes manejaban una carreta bien cuidada con colores llamativos. Sabían de quien o quienes se trataba. El chico dorado, de la clase alta, quienes las chicas se volvían locas por él.

Dejaron de verlo a él para centrarse en aquella visita tan inesperada al pueblo.
Ella igual dirigió la mirada, perdiéndose entre la multitud.
No, no volvería a irse. Corrió hacia ella y tomó su mano, sacándola de ese sitio tan alocado. La llevó cerca de la fuente para mejor comodidad, encontrando una mirada confusa por parte de ella. Sí, esos ojos era tan hermosos como los había visto antes, a la cercanía obtenía una mejor visión.

-Te agradezco por ayudarme entre toda gente - dijo la chica un tanto exaltada.
-Es un gusto, estabas en apuros y quise ayudar - respondió amablemente el chico. - Mi nombre es Luka - comentó.
-El mío Marinette.

Hubo un pequeño silencio, mientras ellos dos se perdían en los ojos del uno del otro. Los ojos de la chica eran azules como el mismo mar, muy lindos como los del chico por igual, preciosos, ese color azul claro.
Un brillo especial denotaban ellos, como si se contaran todo. Algo maravilloso.

Ella bajó la mirada ya que estaba muy apenada, en sus mejillas se notaba, fijó la vista a su mano y al parecer estaba tomada junto a la de él. Eso la hizo ruborizarse más.

Él se disculpó por tal atrevimiento. No sabían que decirse.

-Tengo que irme - aclaró algo triste.
-¿Te gustaría que te acompañe? - preguntó algo inseguro.

Parecía pensarlo, pero por dentro los nervios la consumían, y lo único que respondió fue un sí.

El Azul De Tus Ojos Como El Mar (historia Lukanette) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora