|SEGUNDA PARTE|

368 70 13
                                    

La noche paso entre anécdotas risas y palomitas. Jimin elogiado mis dibujos y yo admirando como él hablaba tan apasionadamente del libro.

El eclipse terminó, las palomitas se acabaron. Los minutos transcurrieron. Quizá hasta las horas.

No recuerdo exactamente en qué momento ambos decidimos que era demasiado tarde. Solo sé que no sentí el tiempo estando con él. Me di cuenta que platicar con Jimin a viva voz era mucho mejor que escribir cartas.

Porque cada que él hablaba parecía que pequeñas nubes de algodón de azúcar flotaban en el aire. Y yo amaba el algodón de azúcar.

Ahora creo que esa noche fue mi sentencia. Porque los días que continuaron no fueron distintos. Porque cada vez me iba encariñando más de Park Jimin.

Durante lo que resto de las vacaciones cada noche Jimin y yo nos quedábamos hasta la madrugada platicando. Hablando de todo y nada. Incluso le conté lo que había sucedido con mi padre. Un tema del que no hablo con cualquier persona.

—Tenía seis años. Era un niño. La verdad es que los recuerdos que tengo de esa época son algo vagos. Supongo que mi propio cerebro trata de reprimirlos y por eso he olvidado la mayoría.

En todo el tiempo que hablé el en ningún momento me interrumpió, solo me observaba con atención desde su ventana. Yo recordaba aquella época como una nube de polvo que siempre flotaba a mí alrededor. No se acercaba demasiado pero tampoco se iba. Solo estaba ahí, existiendo. Siendo parte de mí. Tan distante.

—Mi padre siempre había sido una persona a la que admiraba bastante. Era como mi modelo a seguir. Siempre fuerte. Siempre inquebrantable. Pero todo el mundo tiene malos días a veces. Y mi papá no soportó ni uno solo de ellos. Trabajaba en una firma de abogados. Le iba bastante bien. Pero un día un caso no salió como lo planeo. Realmente no recuerdo detalles después de eso. Solo escenas algo borrosas de él llegando borracho. Vomitando o tirado en la acera de la casa. Mamá le soportaba todo porque lo amaba. O al menos eso quería creer. Yo creo que solo se mentía a sí misma.

>>En fin, las cosas escalaron demasiado cuando un día estando completamente alcoholizado le dio una bofetada. Jamás olvidaré la mirada de ella cuando mi padre la golpeó. Decepción Jimin, decepción pura, y pena. Yo tendría casi 8 años para entonces. Ella lo corrió de la casa. Y él se fue. Pero no duró mucho. Meses después volvió, y ya no era la persona que yo había conocido. Ahora no solo se emborrachaba. También se drogaba. Y eso fue lo peor, cuando trataba de meterse a la casa a la fuerza. O se quedaba gritando y golpeando la puerta como un loco. Son cosas que, a pesar de todo nunca voy a olvidar. Mamá decidió que teníamos que mudarnos. Mi padre había enloquecido. Una noche antes de que nos fuéramos él llegó a casa y forzó la cerradura. Ya era tarde así que ambos, mamá y yo estábamos dormidos. Pero un disparo nos despertó. Él tenía un arma en las manos. Amenazó con matarnos si nos íbamos. Pero cuando mamá comenzó a decirle todas las verdades que se había estado guardando no lo soportó.

Me había quedado en silencio, pues me costaba bastante hablar sobre lo que ocurrió. Pero al ver a Jimin, sus ojos dormilones y su mirada de comprensión mi valor regresó.

—Mi padre se disparó a sí mismo frente a nosotros.

Contarle a Jimin acerca de los demonios que me atormentaban desde que era niño no resultó tan terrible como imaginé. Fue como librarme de un peso muerto con el que había estado cargando durante mucho tiempo. Y estaba seguro que su pequeña mano presionando ligeramente la mía fue más reconfortante que todas las citas con el psicológico a las que había asistido.

—Él tomó su decisión Kookie. No todos son lo suficientemente valientes como para hacerle frente a la vida y a los problemas.

Pero no todos los días fueron de melancolía y malos recuerdos. La mayor parte del tiempo lo pasábamos jugando y bromeando entre nosotros. Me llegó a contar la razón de porque se teñía el cabello.

POLVO DE ESTRELLAS-Kookmin |Two Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora