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Me levanto y voy corriendo hacia la cocina, llego tarde, eso es lo único en lo que puedo pensar.

Primer día del último año de instituto y yo, Karen, voy a llegar con la almohada pegada en la cara.

Cojo una magdalena y salgo de casa corriendo dando un portazo tras de mí, total, no va a haber nadie en casa que se queje.

Para ir a mi instituto siempre cogía un autobús, el cual por cierto no puedo coger ahora porque son las 8 de la mañana y obviamente no va a pasar tan tarde.

Cosa que no entiendo porque las clases empiezan en media hora, con lo cual te da tiempo a llegar y que te sobren unos 15 minutos y tu mirando al cielo sin saber que hacer con tu miserable vida.

Mierda.

Si el maldito instituto no estuviese en la otra puta punta de la cuidad pues podría ir sin ningún tipo de problema.

Corro hacia el garaje y cojo mi bicicleta con agilidad, hay que darse prisa para no dar aún peor impresión.

Pedaleo con ganas para no tener ningún inconveniente hoy, no me gustaría nada tener ninguna charla sobre mi impuntualidad.

Ya que no voy en un transporte público y no hay casi nadie por la calle no me tengo que preocupar por los semáforos, no sabía que ir en bici por las mañanas fuese tan placentero.

Con suerte llego 5 minutos antes, gracias a dios, cando rápidamente mi vehículo hiper veloz y voy corriendo a la puerta principal.

-¡Karen! Pensaba que no ibas a venir hoy, ¿Estás bien? Se te ve, no se... cansada. - me pregunta Amber.

Amber es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, nos conocimos en un parque mientras yo escalaba una de las estructuras y me caí, ella se rió de mí y ahí empezó nuestra linda amistad, esa perra pelirroja siempre me hizo reír.

- Pues mira, he venido en bici porque mi despertador ha decidido no sonar, así que ahora mismo estoy saboreando la tranquilidad que da no tener que hacer ejercicio.

Ella se ríe tan fuerte que varias personas se vuelven a mirarnos, las cuales ignoro, me importa una mierda lo que piensen los demás, son unos pesados.

Entramos juntas a clase comentando sobre con quién nos podría tocar este año en clase y yo solo espero que por una vez me dejen un poco tranquila, no soporto los chismorreos.

Nos sentamos al final de la clase al lado de una ventana y entra la profesora.

- Buenos días clase, - como si lo fuesen estoy más cansada que un hamster, ¿de verdad esos bichos no se cansan de dar vueltecillas en sus ruedas?- este año es muy decisivo para vosotros así que esforzaos...

Y desconecto totalmente de la conversación, no me apetece escuchar que si tenemos que seguir adelante, que si estas calificaciones son muy importantes para luego entrar en una carrera. Pero a ver, a quien vamos a engañar, la gente luego nunca mira las notas de la secundaria, son totalmente inútiles, ¿que van a hacer?, mirar los comentarios que te ponían, el típico, habla demasiado en clase, ridículo.

Después de unas largas horas de materia inservible puedo salir de mi reclusión e ir al comedor a disfrutar de un poco de comida basura.

- Le he dicho a Katy que quedamos con ella en la segunda fila.- me comenta Amber.

- Mejor, no quiero tener problemas con el trio de las fantasmitas por estar en la primera fila. - farfullo molesta.

- Algún día pasarán de ti tía, no te preocupes.

- No me molesta lo que me dicen, me molesta su mera existencia. - ella me esboza una sonrisa.

Después de mi comentario nos quedamos calladas, no es un silencio incómodo, simplemente es que no hay nada más que aportar a semejante contestación.

-¡Ya era hora! Que hoy sirven croquetas.- nos grita Katy desde el fondo de la fila.

Si había algo que se libraba de estar malo en este comedor eran las empanadillas y las croquetas, estaban buenísimas, una pena que solo te dejasen comer 6, me comería todas sus reservas encantada.

Cogemos nuestras bandejas y vamos sirviéndonos mientras hablamos sobre cómo nos han ido las clases. Realmente no hay mucho que contar, es el primer día, no suele haber mucho ajetreo ya que es más como una presentación de la materia y poco más.

Nos sentamos en la primera mesa que vemos y me quedo callada mientras disfruto esta comida creada por los dioses. Si por mí fuera comería estás croquetas todos los días de mi vida de verdad.

- Cuidado Karen no te vayas a atragantar, ah espera, ya lo haces con otras cosas.- me comenta una del trio de estúpidas.

- Lila cariño, al menos yo no lo disimulo. - la contesto con el mismo tono irritante que usa ella cada vez que me habla.

Después de mi comentario se va hecha una furia del comedor.

- Joder, si que empieza con ganas la bicha. - comenta Katy.

- Nadie la aguanta, a ver, se llama Lila, ¿tu crees que sus padres la querían a caso?- comento con brusquedad.

Mis amigas se ríen pero al de unos segundos me regañan ya que no tengo que decir ese tipo de comentarios sobre los demás, no sabemos lo que pasa fuera del instituto pueden tener problemas de verdad y herirlas sin querer.

Pero yo sí la conocía, demasiado además, cada vez que la veía me daban ganas de clavarla cuchillos lentamente por esa piel llena de maquillaje, pero no lo hacía ya que soy una pacifista nata.

Termino mi comida, llevo la bandeja a su lugar correspondiente y espero a que terminen mis amigas.

Noto como Amber se queda mirando fijamente a un sitio en concreto y guío mi mirada hasta allí.

Como no, está mirando a Dan, el capitán del equipo de voleibol, el chico más aclamado del instituto.

- Tierra llamando a Amber, ¿Si?, quería comentarla que es un amor imposible, y en caso de que hubiese probabilidades de que acabaran juntos te artarias ya que seguro que es un cabeza hueca.

- Karen es que se me hace imposible no mirarlo, joder, salta a la vista, es atractivo no podemos negarlo. - me contesta haciendo un puchero.

- De todas formas no te quedes mucho mirándole que todo se pega menos la hermosura.

Una vez finalizada la conversación nos vamos del dichoso comedor infestado de gente y nos vamos al patio a aprovechar un poco más nuestra vida social.

Me gustaría comer en mi casa con la tranquilidad de no tener nadie alrededor, pero es bastante improbable ya que siempre te mandaban algo que hacer después del horario de ingesta.

Hoy nos tocaba hacer una pancarta para una obra benéfica de a saber que, osea, ni siquiera nos han dicho el motivo y yo tengo que andar pintando gilipolleces para una causa desconocida.

- ¿Karen este año harás alguna extraescolar?- me pregunta Katy.

- No lo sé, no me apetece en realidad.

- Jugabas bastante bien al fútbol. - añade Amber animándome.

- Lo siento chicas, el único deporte que voy a hacer es el sofing - digo cruzandome de brazos.

- No tienes remedio. - dicen las dos al unísono mientras se ríen.

Por fin ha llegado la hora de ir a casa, tenía muchas ganas de irme de este sitio para degenerados.

Me despido de mis amigas ya que prefiero ir en bici mientras escucho música a casa, ya que la he traído voy a aprovechar.

Ando tranquilamente mientras siento el viento contra mí y escucho mi playlist favorita.

Lo que más me gusta de el mundo en general es el viento, me encanta sentirlo sobre mi, me hace sentir ligera, como si pudiese escapar de todo solo por unos segundos, los suficientes para hacerme sentir la más afortunada de la historia.

Pero toda esa tranquilidad se desvanece en cuanto tengo que dejar de soñar y volver a la maldita realidad y entrar por mi puerta de casa.

A ver qué excusa se inventa mi madre hoy para decirme algo indebido.

Tinta negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora