Han pasado dos semanas y todo ha cambiado, todas las mañanas me levanto antes que nadie, me aseo y voy al comedor, cojo un desayuno y se lo llevo a la chica. Aun no sé su nombre, no habla asi que dudo mucho que me lo diga. Hemos entablado una amistad muy bonita, al menos eso pienso yo.
Es muy guapa, nunca le he visto los ojos pero seguro que son hermosos. Lucas y yo ya no hablamos mucho, se pasa todo el día con su novia, y la verdad que no me importa mucho. Conocí a Lucas cuando me trajeron a este internado , yo tenía unos 6 años, y era el único niño de mi edad. No recuerdo mucho , solo que unos niños me estaban insultando y el me defendió. Desde entonces estamos juntos... hasta ahora.
Me pongo de pie y me asomo por la ventanita, la chica esta en medio de la habitación tatareando algo que deduzco es una canción. A veces me pregunto si no habla porque no sabe, o porque no quiere.
- Oye – me mira a través de sus dedos – ¿qué te parece si inventamos un lenguaje para comunicarnos?- se queda quieta y asiente. -Está bien, podemos empezar por... - pienso – ya se, puedes dar golpecitos en la puerta, dos para sí, uno para no. Así no tendré que mirarte para saber si niegas o asientes, ¿te parece bien?- se acerca y da dos golpes en la puerta. Sonrío – muy bien.
Mi instinto me anima a hacerle preguntas, y como no hay nada mejor que hacer, me siento en el suelo y empiezo a hablar.
- Vale, mmm... ¿tienes nombre? – no contesta. – ¿no sabes si tienes nombre?- da un golpe, puede que no se acuerde, está bien.
- ¿Tienes familia? – un golpe, desconozco el motivo, pero no tiene familia, como yo, está sola.
- ¿No te sientes sola...?- me arrepiento al instante de hacerle la pregunta, pero dos golpes me lo impiden. – yo también me siento solo, pero cuando estoy contigo no, y aunque no puedas hablar eres la persona por la cual me levanto con ánimo, ojala algún día te dejen salir de esta celda.
Escucho pasos desde el fondo del pasillo y me escondo tras la columna, vienen los tres monitores de la otra vez. Abren la puerta y la cierran después de entrar. Me quedo atento, me gustaría ayudarla, decirles que lo que hacen está mal, pero probablemente empeore las cosas y no me dejen verla más. Escucho golpes y gritos, aprieto los puños hasta que se quedan blancos. Los gritos siguen y yo me agacho y me tapo los oídos con mis manos, me duele bastante no poder hacer nada.
-¡Habla! – otro grito. ¿No comprenden que no sabe hablar? ¿Qué quieren de ella?
- No vamos a parar hasta que nos digas como mataste a tu hermano, monstruo. – me quedo mirando fijamente a la puerta, deseo con todas mis fuerzas que la dejen en paz, que no le hagan más daño... me sale una lagrima y la puerta se abre, me vuelvo a esconder hasta que se van, y me acerco.
- Soy yo, ¿estás bien?- no recibo respuesta y me asusto. – Soy Uriel – nada. Decido mirar por la ventanita y la veo tirada en el piso, el pelo le tapa la cara y tiene el cuello ensangrentado.
- Giiselle
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Azul
Short Story¿Hasta donde eres capaz de creer? El hecho de que no lo veas, no significa que no exista o que no este aquí, acechándote desde algún lugar de la pagina en blanco preparado y ansioso de saltar sobre tu ceguera. Wilfredo Machado📜