(Nébula) "Por siglos tarde en darme cuenta que no sabía leer un reloj"

12 0 0
                                    


Conozco una historia que involucra a un militar adicto al queso, un vago sin sentido del ridículo, un enano griego y un tipo aburrido. Los cuatro estaban en casa del militar adicto al queso, y los cuatro hablaban de cosas que no tenían relacionan alguna con la cosa anterior a la cosa posterior. Entonces, en un momento, el vago sin sentido de la moda pregunta por otra cerveza. El enano griego solo habla sin que nadie le entienda debido a que tiene dificultades en comprender que ya no está en Grecia. Y, el tipo aburrido, solo bebía y bebía.

Fin.

Va más o menos así, entonces. Conozco esa historia porque yo él era el tipo aburrido quien bebía. Esa noche, después de beber en un bar, decidimos irnos a casa de Lee, el militar adicto al queso, a seguir bebiendo mientras hablábamos de mujeres que no teníamos, dinero que no poseíamos y logros inexistentes. Entre amigos y conocidos no hay mucha diferencia cuando el alcohol recorre tu cuerpo y, sin dudarlo demasiado, empiezas a hablar de cosas que intentas olvidar y ocultas lo que siempre dices. No es muy diferente a hablar solo, cuando la ecolalia te hace repetir lo que oyes incluso viniendo de tu propia voz y sin importar que tan desesperado estés por comprender parece que das tres pasos atrás por cada uno que das al frente.

Bebimos esa noche porque no había mejor que hacer para entender.

—Bebamos como unos hijos de puta —entre el hipo, su voz baja y problemas para pronunciar ciertas palabras, Lee nos ofreció un trozo de queso que tenía en una bandeja de madera en la pequeña mesa que teníamos en medio de nosotros, seguramente pensando que era una botella de cerveza.

— ¿Y cómo bebe un hijo de puta? —el vago sin sentido del ridículo, Hunter, arqueo una ceja y apretó sus labios al final.

Lee tomo dos botellas y bebió de ambas al mismo tiempo. De un solo trago, o dos, se terminó ambas botellas y después las tiro al suelo para seguir cortando en rodajas un enorme trozo de queso parmesano con un cuchillo.

—Así bebe un hijo de puta —y eructó.

Y yo seguía bebiendo, viendo un cuadro en la pared a mi frente, al lado del televisor. Era una de esas abstractas pinturas que nadie entiende y que el pintor vendería a millones de dólares porque describiría como cuatro manchas de colores oscuros dan significado a la vida, la muerte, los impuestos, las leyes de tránsito y el sistema de salud en Sierra Leona.

—Entiendo que —eructo Hunter —... entiendo que... —trató de contener el siguiente eructo sin éxito —. Joder, entiendo que eres un militar, ¿pero tienes que usar un cuchillo para cortar un puto queso?

Eskandar hablo y yo solo dije que cerrara el puto hocico. Odiaba al enano.

—En primer lugar —Lee también eructo —: esto es un vítiaz, y, en segundo lugar: el queso tiene grandes significados cuando sientes su sabor en tu paladar.

— ¿Qué clase de significado tiene comer leche con sal? —pregunte yo, dando otro trago.

— ¿Qué carajo es un vítiaz? —pregunto Hunter, abriendo otra botella y rascándose la entrepierna.

Eskandar hablo.

— ¿En serio? ¿existe una enorme variedad de cuchillos? —con sarcasmo Hunter aparento sorpresa —. Quien lo hubiera dicho —Tosió —. Quien lo hubiera puto dicho.

Lee solo se levantó de su silla y empezó a flexionar sus brazos, mostrando sus enormes bíceps y ancha espalda. A día de hoy no entiendo que tenía que ver eso con nuestras preguntas.

Y seguimos bebiendo, porque no hay nada mejor en el mundo que hablar con otros. Comúnmente siempre se busca la peor excusa para las mejores oportunidades. La motivación es recíproca, pero cuando no sabes lo que significa recíproca, apenas puedes entender. No entiendes, y te preguntas porque no entiendes. La maravilla de preguntarse a veces se confunde con la estupidez o con la idea de falta de interés. No es extraño, sin embargo, que siempre uno no quiera hacer algo si mayormente, casi siempre, no sabemos que nos conllevara. No sabemos las consecuencias de nuestros actos.

No hay un punto exacto al que pueda llegar sobre esa noche, pues yo seguía bebiendo.

—A veces me pregunto porque estamos en el universo —masticando queso, Lee pregunto de manera retórica.

—Sin duda no es para comer queso —dijo Hunter, escupiendo en un vaso que Lee le dio para ese propósito únicamente.

Me quede pensativo. Olvidando que me encontraba en una sala repleta de sujetos extraños. Me recargue en la espaldera de la silla, con la botella aun en mis manos. Sin razón de mis ojos lagrimas salieron, preguntándome porqué siempre la cuestión me desanimaba. Siendo un adolescente uno puede entender los enormes cambios que le ocurren a uno, como la inocencia se pierde mientras nuestros cuerpos crecen y nuestros cerebros se desarrollan. Hubo momentos que pedía, yo recostado en mi cama que la muerte tocara a mi puerta. Al principio le preguntaría el porqué estaba ahí, lista para llevarme.

"Solo dame un momento" le diría.

"Solo déjame disfrutar un último cigarrillo" le suplicaría.

Tanto miedo a la muerte alguna vez le tuve, pero sin pensar demasiado en el poder del deseo, al momento de obtenerlo, todo es diferente. Mis ojos ya no podrían ver, mis oídos ya no podrían oír el sonido del viento chocando con las ramas de los árboles y mi boca no podría disfrutar una comida.

En estos días solo me queda contar lo que me ha sucedido en mi vida, sin importar si tiene algún significado oculto. No esperas que alguien analice demasiado lo que dices, solo quieres decirle que se calle de una jodida vez y te escuche. No una terapia, no una charla motivacional, ni siquiera una catedra de temas que tengan relación.

Solo quieres hablar, de ser humano a ser humano.

"Considera quien soy yo" sería lo último que le diría a la muerte, quien quieta estaría al pie de mi cama.

Al final quedamos dormidos.

Así es como termino la historia del militar adicto al queso, el vago sin sentido del ridículo, el enano griego y el tipo aburrido. No hay consideración a la expresión. No hay nada que ocultar.

El golpe de mi botella sobre el suelo me despertó unas horas después, cuando ya había amanecido. Todo el existencialismo causado por la cerveza y el queso se fueron al momento que recordé que tenía que ir a trabajar ese día.

El circulo jamás termina.

Aburridas AnécdotasWhere stories live. Discover now