𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟓

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Killua se abrazó a sí mismo mientras reposaba su rostro sobre la fría superficie que su pupitre presentaba. Lo que fuera que estuviese sucediendo en la pizarra al frente no le interesaba en lo absoluto. Después de todo, eso él ya lo sabía.

El profesor no se molestaba en llamarle la atención, es más, parecía que le daba miedo intentarlo. Vamos, que a Killua no le gusta matar y tampoco lo hace porque sí, pero podía comprenderlo, no lo culpaba, si fuera posible él también se ignoraría a sí mismo.

Dejó que sus ojos violetas se cerraran, tan sólo por un momento...

— ¡Killua!

Saltó en su lugar mientras que la energía súbitamente regresaba a su cuerpo. Miró a su alrededor. ¿Qué hora era? Miró el reloj en su muñeca y se relajó un poco, era tan sólo el descanso. Qué extraño, él juraba que no se había quedado dormido, aunque al parecer, sí lo hizo.

Dirigió su mirada hacia la entrada de su aula donde un pelinegro era observado extrañamente por todas las personas que en el lugar se encontraban. Al parecer a él no parecía importarle mucho. Dio unos cuantos pasos hasta quedar frente del albino, a menos de los tres metros mínimos que todo mundo tomaba como medida de seguridad. Los murmullos y las miradas indiscretas no se hicieron esperar demasiado.

— ¡Killua, te había estado buscando! Me olvidé de preguntarte en qué aula ibas y tuve que buscar en cada una... ¡qué bueno que al fin te encuentro!

Rascó su nuca con una sonrisa un poco torpe. ¿Es que acaso no siente la presión en el ambiente? Todos aquellos pares de ojos lo veían con diferentes expresiones: miedo, inseguridad, lástima... todos temían por su seguridad. Tenía sentido.

— Gon... ¿necesitabas algo?

Decidió que intentaría actuar con tanta naturalidad como lo hacía el de ojos castaños, como si sólo existieran ellos dos en todo el país, en todo el mundo si fuese necesario.

— En realidad venía a invitarte a comer con nosotros... Mito-san te mandó algunas cosas, dice que puedes volver a casa cuando quieras. Me pidió que te diera a probar el arroz con curry y el rollo de huevo frito y dieras tu opinión, cree que no es muy buena cocinando. ¿Quieres?

— ¿Comer? Ah, claro... está bien.

Accedió. Una sonrisa demasiado brillante apareció en el rostro de Gon. Había dejado ciego a Killua por unos instantes. Aún no se acostumbraba a ella.

El tiempo vuela, y hace más o menos un mes y medio que conoce a Gon. Desde el primer día que se hablaron hasta hoy, el pelinegro intentaba mantenerse lo más cerca de él como le fuera posible. Durante ese tiempo, Killua se había visto involucrado en el pequeño mundo del ojicastaño cada día más.

Había descubierto que él mismo era menor que el pelinegro. Gon era ingenuo y demasiado amable. Era torpe y espontáneo. Él venía de una isla donde no había nadie de su misma edad. Su padre y su madre se habían separado tras su nacimiento. Gon no conoce el paradero de ninguno de los dos. Su padre se llama Ging, que es uno de los pocos datos que Gon tenía de él. Su fuerza y agilidad física es totalmente inhumana, pero siendo ese mismo su caso, no le parecía demasiado inusual.

Poco a poco se había dado la libertad de interactuar con él. Ya hace unos días que habían comenzado a ser capaces de establecer una conversación. Mayormente era Gon quien hablaba y hacía las preguntas, pero ahora podía verlo a los ojos y soltar respuestas más sólidas, más allá de un simple 'si', 'no' o un 'tal vez'. Gon era paciente, Killua pudo notar eso todas las veces que se negó a darle una respuesta.

Se dirigieron bajo la atenta mirada de todo aquel presente fuera de la sala. Tras unos cuantos pasos, vueltas y escalones llegaron a lo que parecía ser la vieja y abandonada azotea del edificio. Sorpresa fue la de Killua en cuanto pudo ver a dos personas más sentadas en el suelo del lugar. Eran el par de amigos de Gon, Leorio y Kurapika. Había oído toda clase de historias acerca de ellos por parte de el pelinegro, pero en realidad nunca había interactuado con ninguno de los dos. Ambos jóvenes lucían nerviosos, pero el rubio parecía ser un poco más discreto que el castaño.

— ¡Leorio, Kurapika, él es Killua! Desde hoy estará con nosotros en los descansos.

Gon se dejó caer en el suelo, quedando sentado. Imitó su acción, quedando frente a los dos desconocidos y a un lado de Gon. Intentó mantener distancia con aquel par, más que por sí mismo, por ellos. Supuso que se sentirían más seguros estando a una distancia prudente de su persona. Hubieron unos cuántos instantes en los cuales se instaló un silencio profundo. Durante el mismo, los ojos de Gon pasaban de un amigo a otro, los de Killua se encontraban habitualmente en sus manos y los de Leorio y Kurapika se encontraban en el inusual albino. Un suspiro se escuchó en medio de aquel silencio.

— Soy Kurapika Kurta, un gusto.

El rubio dio el primer paso. Killua lentamente levantó su mirada, encontrándose con una leve sonrisa por parte del joven. El más alto de entre todos ellos dirigió una mirada nerviosa hacia sus dos mejores amigos. Tras unos segundos, soltó un pesado suspiro en un intento por que sus nervios se fueran junto con el aire expulsado.

— Leorio Paladiknight.

Killua mostró una sonrisa, que aunque lucía un poco forzada, era la primera que Gon había visto.

Falsa o no, a Gon le pareció hermosa.


>-❃-<


Ya wn, ya sé que Kurapika no tiene apellido pero se sentía muy vacío sólo ponerle Kurapika ahr.

Gracias por leerme c: <3

-JackWeaver❃

Just A Smile || Gon x Killua ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora