YoonGi top ; Hoseok bottom. ❗ (Alturas alteradas, YoonGi es más alto que Hoseok.)❗ Leve fem boy aplicado en Hoseok. ❗
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Había un momento en la vida de todo empresario soltero en el que los cafés, los cigarros y las pajas ya no eran suficientes para complacerse a sí mismo.
Min YoonGi jamás tenía pudor ninguno para coger y obtener lo que quería, cuando quería. Pero aquella vez, plantado frente a un burdel al que solía ir en sus tiempos más jóvenes, su mente le hacía plantearse seriamente si iba a caer tan bajo de nuevo como para satisfacerse a costa de una de la más sucia de las feminas que hubiese en ese local.
A sus oídos llegó un rumor que todos mencionaban como la presencia de algo peculiar allí. Algo que lo reconocía como el local de prostitución más visitado y querido por los depravados de Seúl, esos hombres quizás de casi mediana edad y algunos tantos otros que ni por asomo se aproximaban a la treintena.
Después de semanas y semanas rechazando tales dichos, consejos, que le dijeran que estaba amargado y de invitaciones porque necesitaba "pasar un buen rato", había acabado allí, solo, apoyado en el capó de su elegante coche tan negro como el color de su pelo, terminado en un flequillo que trataba a medianas de tapar sus ojos felinos mientras que estos observaban con nada de confianza el local que tenía en frente.
Finalmente, sacó las manos de sus bolsillos, se ajustó las mangas de su trajeado y caminó por la pequeña alfombra que mostraba la entrada custodiada por dos grandes guardaespaldas, los cuáles no tenían una cara muy amigable, y superaban por mucho en musculatura al pelinegro, seguramente además a todos los integrantes del establecimiento.
Si iba a ser su primera vez en tanto tiempo, mejor hacerlo sin rodeos.
Apoyó ambas palmas en el mostrador, mirando al recepcionista, que sin vergüenza ninguna lo miraba por encima del hombro mientras se sacaba el extremo de un enorme puro de la boca.
—Bien. ¿Qué servicio pides?
YoonGi no se inmutó ni un poco cuando el humo de su exhalación fue a parar directo cerca de sus fosas nasales, tanto como el aliento apestoso a aquella sustancia que tenía el hombre.
— Quiero el mejor. He oído decir que hay una habitación VIP, ¿cierto?
El hombre carcajeó con cinismo.
— No todos pueden permitirse ese lujo, chaval.
Aquello tampoco molestó a YoonGi, que estaba acostumbrado a que le tomasen por un crío de 19 años debido a su aspecto y a su piel algo pálida, aunque sus 25 años a veces traicionaban.
Venía dispuesto, sacando el abundante fajo de billetes sin cuentos ni juegos, tendiéndolos con un buen golpe en la mesa, causando que la expresión del hombre cambiase radicalmente.
