Palomitas

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Mikaela miro a su prometido de reojo. Este miraba fijamente la pantalla del televisor, con la boca ligeramente abierta por la emoción. Negó con la cabeza y se rio de su pareja internamente. Key era un fanático de saga de películas que estaban viendo, y él solo le seguía el royo. Si bien, no es que le desagradaran las películas infantiles, Key era muy empático con las emociones que presentaban los personajes.

Ya lo podía ver al final de la película, con los ojos rojos por las lágrimas que no cesarían y él lo recibiría gustoso entre sus brazos para consolarlo por el mar de emociones que sentaría. No era molesto el hacer esto, pero Key siempre repetía este patrón al verla la saga de "Como entrenar a tu dragón"; a veces pensaba que su prometido era masoquista.

—Se fue —susurro Key mientras se pegaba a su costado, enterrando su rostro en su brazo.

Mikaela miro la pantalla; en esta se reproducía la escena donde Hipo y Chimuelo se despedían.

—Ya sabes que se reencontraran —dijo a modo de consuelo.

— ¡Pero se fue! —chillo el menor.

—A veces no sé porque te dejo ver estas películas —comento sin gracia.

Key alzo su rostro rápidamente, revelando su cara llorosa, que Mikaela no podía evitar encontrar cautivadora. Las manos del menor se aferraron al cuello contrario para acercar sus labios al oído ajeno.

—Porque te gusta consolarme —murmuro suavemente, para dejar un beso en el lóbulo.

Mikaela miro de reojo antes de soltar una risa seca. Tomo a Key para acomodarlo entre sus piernas, quedando él acostado en el sofá y su pareja sobre él.

—Me conoces muy bien, amor —admitió Mikaela.

Key sonrió tímidamente antes de dejar un suave beso sobre el pecho ajeno y acurrucarse. — ¿Es eso bueno? —su voz sonaba somnolienta.

—Es muy bueno —respondió el mayor, acariciando la cabeza ajena—. Puedes dormir, te despertare cuando sea hora de llevarte a casa.

Key soltó un gruñido bajo.

—No quiero irme —susurro.

—Lo sé, lo sé, pero ellos fueron muy estrictos con respecto a eso —recordó Mikaela.

—Eres mi prometido, deberían aceptar de una vez normal querer quedarme contigo —refuto.

—Solo duérmete, no queremos un oso enojado más al rato —pidió mientras acariciaba el cuerpo sobre él.

—No soy un osos gruñón —murmuro Key quedamente antes de dejarse llevar por el cansancio.

Mikaela aprovecho esto para tomar el control y cambiar la película. Puso "Son como niños 2"; acerco el bol de palomitas y disfruto de la película acompañado del calor que generaba el cuerpo ajeno.

PalomitasWhere stories live. Discover now