Capítulo l

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Día: Miércoles

Hoy es el día en el que mi padre trabaja más y mi madre está en el hospital así que estoy solo en casa con mi hermana Lena. Como mi madre trabaja mucho, Gabriel nos dejo algo que comer esta mañana, os preguntaréis, ¿Quien es Gabriel? Pues es la mejor persona de esta "familia" a parte de mi hermana, el no es un familiar mío, pero al cuidar de nosotros es como si lo fuera. Me levanté del sofá y fui a ver qué hacía Lena, era la hora de comer y tenía que ir a llamarla, ella no es muy sociable, tiene su propio "mundo" así que yo cuido de ella aunque sea mayor que yo. Fui a nuestro cuarto ya que no la veía por ningún lado de la casa y le dije que viniera a comer, estaba pintando y como era de costumbre sus cuadros no eran muy agradables a la vista de alguien, no es que pinte mal, pero son un poco... macabras. La mesa ya la había puesto anteriormente así que solo nos sentamos y comenzamos a comer. Al terminar lave los platos y limpie un poco la casa, tenía que ayudar a mí madre, mi padre no es que aportara mucho en la casa y ella venía muy cansada del trabajo, por eso yo aportaba en las cosas que podía pero igualmente el me castigaba. Terminé de hacer las tareas y fui a descansar un rato, me gustaba escribir en mi tiempo libre o simplemente pensar sobre mi situación actualmente. De un momento a otro me dió sueño así que me acosté a dormir la siesta. Eran las 9, a mí madre no le faltaría mucho por llegar a casa, eso me emocionaba. Escuché la cerradura abrirse y fui a llamar a Lena para recibir a mí madre con un abrazo y un beso en la mejilla. Ella solo nos preguntó por el día y fue a ducharse, puede que después iría a relajarse un poco viendo la televisión. Mientras tanto hice la cena para los tres, no era el mejor cocinando, pero algo sabía hacer. Dieron las 12 y el ambiente en la casa cambio totalmente, mi padre estaría por llegar y se notaba la tensión y el miedo. Mi madre estaba inquieta al igual que yo, bueno ya teníamos un idea de lo que podía pasar, no es la primera vez que sucedía algo anormal en esta casa. Mi madre intentaba no mostrar su nerviosismo para no asustarnos más, pero yo ya la conocía bien y sabía lo que iba a ocurrir. Tras unos minutos, escuché la puerta, ahí es cuando a mí madre y a mí, nos dió un pequeño escalofrío, ella con su instinto de madre nos dirigio a el desván para que no escucharamos ni viéramos lo que obviamente iba a suceder. Yo intenté retenerla, y le dije que no quería ir a esconderme, quería defenderla y explicarle al que se hacía llamar mi padre que no era quien para hacerla sufrir de esa manera así arruinandole la vida, pero ella se negó una vez tras otra y me mandó al desván, lo único que podía hacer era taparme los oídos y abrazar a mi hermana, no sabíamos cuanto podría durar, podrían ser minutos o quizás hasta horas. Transcurrió como una hora aproximadamente y me destape los oídos, no escuchaba mas gritos ni golpes, pero si podía oír la suave voz de mi madre llorar. Me acerqué a ella y le intenté consolar un rato, la abracé fuerte hasta que se tranquilizó y nos fuimos a dormir, ella se quedó dormida profundamente, y yo solo me paré a pensar en lo ocurrido y en lo que pudo ocurrir esa noche.


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