-¡Harry!, lleva esto a la mesa cinco.- llamó el cocinero Clayton. -Luego regresa y te daré una nueva orden.
Acudí rápidamente a su lado y tomé la bandeja que sostenía hacia mi.
Miré en dirección a la mesa cinco y observé a un señor con un aspecto un tanto rudo, sin embargo, esa impresión se vio arruinada al tener a su lado a una pequeñita de unos siete años vestida de princesa. El hombre le dirigía grandes sonrisas y divertidas muecas a la pequeña mientras que esta reía dulcemente.
-Bien, aquí tienen su desayuno.- anuncié animoso, al ver que no conseguía ni una sonrisa por parte de ambos, continué. -Aquí tenemos una malteada de fresa para una linda princesa,- esta vez la pequeña sonrió tímida -y... bueno, esto para el señor.- murmuré confundido al no saber qué rayos era lo que había en aquel plato.
-Papi, ¿qué has pedido?- la pequeña arrugó su nariz al oler aquel platillo. -Parece feo.
-Honestamente no sé, querida. Decía que era una especialidad del chef.
-Entonces debe ser delicioso- interferí no estando 100% seguro, en verdad lucía asqueroso.
El hombre me miró con una extraña cara y pronto supe que quería que me retirara, así que les sonreí una vez más y me retiré.
-Regresé, Clayton.
-Bien. Creo que por ahora no hay mas clientes.- recargó su codo en la barra y miró hacia la nada, como casi siempre solía hacerlo.
-Pero tú dijiste que me darías una nueva orden cuando regresara.
-¡Mentira!, Jamas dije eso, ahora cállate y vete, tengo cosas importantes que pensar.
Podría quedarme aquí para discutir y comprobar que él había dicho eso pero no valdría la pena, no era la primera vez que esto me sucedía. Caminé hacia la pequeña sala en donde el personal podía estar siempre y cuando no estuviera en turno, aunque en realidad tan solo éramos Nicholas y yo de meseros y una señora de limpieza de mediana edad llamada Witney. Este lugar no era la gran cosa.
-Styles, ¿cómo va tu día hasta ahora?- Nico, el otro mesero, golpeó amistosamente mi espalda.
-Bien, supongo. No he ganado muchas propinas pero todo cuenta, ¿no?
-Claro que si amigo, cada centavo cuenta. A mi no me ha ido tan bien hoy, tal parece que la gente no está de buenas.
-Si, tal vez.
-Oí que este sábado saliste con la hija del señor Lancaster.- Nicholas cambió repentinamente de tema, tomando asiento en uno de los pequeños sillones del lugar.
-Oh, si.- sonreí levemente al recordar la noche anterior. -Es una chica muy linda y tierna, sin embargo, la cita del sábado no fue... lo que yo esperaba, ¿sabes?
-¿Tuvieron sexo?- su mirada se clavó en la mía, al principio creí que tan solo bromeaba pero no era así.
-¿Qué? ¡No!, No tengo sexo en las primeras citas.- los pocos clientes que había en el lugar me miraron, volteé la mirada un poco avergonzado y seguí. -No es algo común, no en mi por lo menos.
-Eres él único hombre que no tendría nada con una mujer en la primera cita, eres un gallina Harry.- rió.
-Bueno, no consideraría eso malo. Mas bien es ser un caballero, no obligo a nadie a tener algo conmigo.- me defendí, aunque debía aceptar que aveces si lo encontraba algo patético.
-Tú no debes obligar a nadie, cualquier mujer se acostaría contigo sin pensarlo. Aquí y en China, es mas...
Nicholas se vio interrumpido por una gran carcajada proveniente de la entrada. Ambos volteamos, nuestra mirada se cruzó con tres chicas jóvenes dirigiéndose a una mesa.