Mis manos sudaban un poco y sentía que mi garganta se cerraba también. Luego intentaba pensar que todo saldría bien y de cierta forma me calmaba un poco.
Sentí una mirada a mis espaldas y volteé discretamente hacia las personas a mi alrededor, todos comían, platicaban, pero ninguno me miraba. Hasta que capté una pequeña mirada, una proveniente de una princesa, literalmente.
La pequeñita que tenía como padre a un gran y aterrador señor me miraba con una sonrisa. Traté de devolverle la sonrisa lo más natural que pude pero era extraño por alguna razón.
Creí que al sonreírle se voltearía y ya, pero solo hice que agrandara aún más su sonrisa y ahora que también moviera su mano en un saludo. Le devolví el saludo tratando de mantener la malteada para que no cayera y luego me volteé, había llegado a la mesa, su mesa.
-Bien, al fin han llegado.- rugió la chica güera, Kay.
-Si, bueno.- Nicholas sonrió a Kay, su sonrisa decía algo como "Debo ser amable y solo sonrío porque me pagan por esto" -Aquí estamos, um, veamos que tenemos aquí. ¿Especialidad del chef?
En cuanto terminó la pregunta, Kay alzó su mano animosa, ambos rodamos los ojos y él colocó el plato frente ella.
-¿Un café?- preguntó esta vez con su mirada variando entre Alex, la chica de cabello negro, y la chica de bella sonrisa, la cual aún no sabía su nombre.
-Oh, si. Es mío.- contestó Alex con sus mejillas color rosa.
Recuerdo que alguna vez mi hermana dijo que si una chica se sonrojaba en presencia de un hombre era porque se sentía nerviosa, por lo tanto, en la gran mayoría de las veces, significaba que le gustaba.
Mis ojos fueron directo a las mejillas de la chica con el nombre aún desconocido.
Nada, no había ni un rastro de sonrojo en ella.De repente sentí todas las miradas en mi. Miré a cada uno de ellos con duda, ¿ahora qué rayos había hecho para que me miraran todos?
-Viejo, debes darle la malteada a la chica.- murmuró Nicholas cerca de mi oído para que solo fuera entendible para mi.
Miré discretamente a sus manos, dándome cuenta de que ya no tenía nada en ellas, y Alex y Kay tenían ya sus cosas frente a ellas. Ambas me miraban más que divertidas mientras que la otra chica solo alzaba una ceja.
-Oh, si.- logré murmurar torpemente.
En el momento exacto en el que iba a dejar su malteada frente a ella, la pequeña vestida de princesa (que no sabía de dónde rayos había salido) se colocó justo a un lado mío, causando una mirada llena de ternura por parte de las tres chicas y unas curiosas de Nicholas y mía.
-Ella pidió un malteada de fresa.- dijo la niña en un susurro que se podría oír hasta China.
Asentí confundido.
La pequeña miró a la chica desconocida.
-Sabes, yo pedí una malteada igual. Y él dijo que las malteadas de fresa eran para las lindas princesas.- la pequeñita rió levemente. -Creo que él piensa que tu igual eres una linda princesa.
Todos rieron, menos yo, ¿Qué rayos pasaba aquí?
-Querida, creo que respecto a la malteada y las lindas princesas, se refería solo a ti.- dijo la chica lentamente a la pequeña.
A miles de kilometros se notaría que estaba tratando de evitar un ataque de risa en ese instante. La chica me volteó a ver divertida y honestamente no sabría decir cómo era mi reacción en aquel momento.