Cuando abrí los ojos lo único que recordaba era mi nombre. “Redd”, ese era mi nombre-o al menos eso creía yo-, era aquel nombre que retumbaba en mi cabeza como un gran eco en las copas de las montañas.
Aun en tirado en la arena húmeda-que por cierto tenía un leve color rosado-levante mis manos, para que pudiera observarlas. Estaban sucias, con mugre entre las uñas. Me dio repulsión así que aleje fuera de mi vista mis manos, mire hacia el cielo que tenía un bello color naranja, entonces mi di cuenta que el sol estaba a punto de ocultarse para que los bellos arcos de luz plateada de la luna pudieran iluminar este lugar.
Así que me dispuse de levantarme. Puse mis manos de manera que pudieran aguantar el peso de mi cuerpo. Me levante poco a poco y tiempo después logre levantarme pues, mis pies parecían como si jamás hubiesen caminado, lamí mis labios secos después de no tomar agua en quien sabe cuánto tiempo. Mire a mi alrededor y fue hasta entonces que me percate, que, el lugar en donde estaba era realmente hermoso.
Había pequeños arbustos con frutillas, algunos otros con zarzamoras, arboles grandes con diferentes tonos de verdes en sus copas, pequeños ciervos merodeando, lo que pisaban mis pies era arena pero hasta determinado punto la arena se convertía en grandes rocas negras lisas que rodeaban un lago pequeño con flores creciendo en sus orillas.
Decidí acercarme al lago para poder lavar mis manos y tal vez un poco más que eso…como lavar mis pies descalzos y mi cuerpo sucio-y también observar mi cara desconocida o al menos esa cara que yo no recordaba cómo era-.