Parte única.

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Jimin y Taehyung eran extraños. Vale, no ellos, sino la relación que tenían. Habitualmente tenían diferencias y solían discutir por aquello —aunque quizás no era tan raro, considerando que sólo tenían diez años—, sin embargo, se amaban, y ambos estaban de acuerdo en que amaban a Jeon Jungkook.

Ah... Jeon Jungkook.

El pequeño niño con adorables dientes de conejo tenía unos ocho años de edad. Lo conocieron aquella tarde en el parque; mejillas rojas, los sollozos inundaban su alrededor, codos raspados, pantalones embarrados. Jimin pensó que no sería buena idea acercarse, pero sus creencias no serían suficiente para detener el gigante corazón que tenía su mejor amigo, por lo que ambos terminaron a su lado de todas maneras.

Ese día se enteraron de que existía un adorable conejito llamado Jeon Jungkook, al que los malvados zorros acechaban todo el día. Era un conejo bebé a la deriva, quién tenía que ocultar sus problemas simplemente para no agregarlos al gran montón que ya tenía su familia. Estaba lastimado, en peligro, pero Jimin y Taehyung se ocuparían de eso. De ahora en adelante ellos siempre se ocuparían de eso.

[ ... ]

—Ma... mamá —sollozó—. Ella está enferma. —Sorbió su nariz.

Los más grandes no quisieron preguntar más.

—Bueno... —murmuró Tae— tienes nuevos amigos. —Sonrió levemente al ver la sorpresa en el rostro del menor—. Nosotros te cuidaremos de ahora en adelante.

—Taehyung...

—Lo haremos, Chimchim —soltó con determinación.

Jimin suspiró y frunció sus labios, más su mini escena de resignación se vio interrumpida por una pequeña y ahogada risita.

—Chimchim es bonito —susurró aquel conejito.

Y las mejillas de Jimin se pusieron rojas a más no poder.

[ ... ]

Jimin aún recuerda la primera vez que Jungkook se apareció en su casa sorpresivamente. A esa edad Taehyung solía ir a dormir allí a menudo, y fue una de esas veces, cuando su madre le ordenó abrir la puerta, que se encontró a su pequeño amigo en el portal de su casa.

Su rostro lucía cómo de hábito, sus mejillas rojas y sus lágrimas marcadas en ellas, si es que no seguían corriendo aún. El resto de su aspecto no era destacable, excepto por las sábanas que envolvían la mayor parte de su cuerpo; estas eran tan grandes para su pequeña anatomía que incluso se arrastraban por el piso como si fuera una cola.

Jungkook le sollozó que su padre no volvería esa noche y que se sentía en realidad muy asustado como para quedarse solo otra vez. Jimin y Taehyung lo acogieron en sus brazos mientras susurraban palabras bonitas para él y lo llenaban de mimos. La dueña de aquella casa miraba con ternura y algo de tristeza la escena, prometiéndose recibir al indefenso conejito cada vez que este huyera de su propio hogar.

[ ... ]

—Oh, ¡Jungkookie es un niño muy valiente! —exclamó Jimin haciendo cosquillas en la panza del mencionado.

—Yo... yo no... yo no soy valiente —murmuró el menor, interrumpiéndose a sí mismo con sus risas.

—¿Qué dices, Kookie? —Taehyung sonrió—. Eres el niño más valiente que he conocido. —Acto seguido, dejó un beso sobre la mejilla del menor, la cual enrojeció inmediatamente. Jimin sonrió con ternura.

Jungkook gateó a lo largo del sofá, sin soltar las sábanas envueltas a su alrededor, hasta posicionarse frente a la ventana que tenía las cortinas abiertas dando paso a la luz de la luna; sus amigos algo confundidos lo siguieron hasta colocarse cada uno a su lado. La luz se apagó de repente, dejando que sólo la luz de la luna iluminará la habitación, lo que hizo sobresaltar a los pequeños niños para luego girar sus cabecitas y ver quién había sido el responsable. La madre de Jimin se encontraba de pie junto al interruptor.

—Iré a dormir, Jiminnie. La habitación está lista para ustedes tres, no tarden demasiado en acostarse. —Luego de la afirmación de los pequeños, siendo respondida por una amable y brillante sonrisa de parte de aquella mujer, esta misma desapareció por el pasillo.

Jungkook suspiró mientras volvía su vista hacia la luna detrás de la ventana, sus manos afirmaban su pequeña cabecita y sus labios se abultaron levemente al ser sus mejillas aplastadas por sus palmas. Él sólo podía mirar a la luna, sus amigos sólo podían mirarlo a él. Para ellos, su pequeño amigo era hermosísimo, querían cuidar de él hasta el momento en que Kookie los dejara, incluso si esperaban que ese momento nunca llegara.

—Me gusta la luna —murmuró el menor—. Brilla hasta en los momentos de máxima oscuridad, me gustaría ser como ella —suspiró.

Jimin y Taehyung se miraron durante unos segundos antes de sonreírse.

—Pero Jungkookie. —Taehyung soltó una risita—. Tú eres el sol para nosotros.

—La luna brilla gracias a la luz que le da el sol; el sol jamás deja de brillar, incluso cuando no lo ves. —Jimin pinchó la mejilla de su pequeño con su dedo índice—. Tú eres el sol, tu brillo nunca deja de existir, y tu brillo nos da luz a nosotros para poder brillar también. Somos tan dependientes de ti como la luna al sol; somos tus lunas, pequeño sol.

Jungkook sonrió, la sonrisa más pura y resplandeciente que el par de amigos había visto, la sonrisa que podía alegrar sus días con tan sólo verla una vez.

—Tengo sueño —bostezó Tae—. ¿Vamos a dormir?

Jimin asintió. Jungkook arrastró sus suaves y largas sábanas de camino a la habitación, y una vez adentro se negó a desenvolverse de ellas para dormir. Taehyung besó su mejilla izquierda, Jimin su derecha, y los tres se acurrucaron en la cama del recién mencionado para caer en un sueño que los mantendría en paz toda la noche.

A la mañana siguiente, el sol brillaba más que nunca, y se podía apreciar como las lunas disfrutaban de su esplendor.

Sunrise ♡ VminkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora