Noctambulos

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Nos gusta caminar en las aceras vacías, 
vadear de hito en hito las marquesinas bajo la lluvia de mayo. 
Hacer comuniones de ceniza en un suspiro a santos sin nombre, 
pelear con nuestro ego, vivir al borde.

Cenamos en la plaza osamentas de barbarie urbana, 
contemplamos las estrellas, recordamos un pana. 
Revisamos nuestra alma vacía en busca del acento 
que le falto al corazón cuando teníamos doce, 
pero solo encontramos vino, un cigarro y dioses desnudos.

Espectros de la noche se lanzan miradas furtivas, 
crían miedos como conejos, 
se envuelven en temores periféricos y andan de prisa, 
como el gato que juega entre las sombras siendo una a la vez.

Vehículos de carne llevan polizones deseando ser invisibles, 
su paradero desconoce deber y forma, 
hacen migas con el diablo, 
beben ajenjo y echan las cartas con la muerte. 
Alguien que los ve de frente saca vuelta andando a trote, 
buscando esquina, celando el bronce.

Maestros de ojos rumian conjuros de anatema, 
gastan tiempo en olvidos persiguiendo 
al segundero hasta que dan las horas; 
parlan tratos con gitanas de alcoba que leen destinos
 entre las arrugas de un guardapolvo, piel desnuda y soles apagados 
¿A quien esperan en la farola? ¿Quién comprende su pasado?

Sola queda la rocola, no hay monedas ni visados, 
tez morena, ojos rasgados, 
dibujos al viento que figuran una aureola, 
plegarias al cielo que recoge un guardián de plata, 
hasta que llegue el alba y todos den por acabado 
las pasiones, los tormentos, los engaños. 
Hasta que llegue el alba y otra vez hasta el ocaso.

Lagrima de CentenoWhere stories live. Discover now