capítulo diecinueve.

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Volvió a la medianoche.

Durante su paso por la cafetería, Dexter le había escrito a Will para encontrarse en su casa, los esperó junto con Rosa y algunas cervezas.

Pasaron la tarde entre juegos de mesa, películas a las que no le prestaban atención alguna, risas y cigarros.

No era suficiente decir que sus amigos eran increíbles y una gran vía de escape, sin mencionar el apoyo que recibió, y que aún recibe, de su parte.

Conseguían centrarlo en el presente y en el rato que pasaba con ellos, no pensó en nada más que en lo que salía de sus bocas, logrando, como siempre, que se sintiera exageradamente cómodo. Aunque todo eso no era novedad, los conocía desde su adolescencia.

Había hecho la secundaria junto con ellos, asistía con Will, Kaya y Dexter.

Los cuatro se volvieron lo suficientemente cercanos como para transformarse en los mejores amigos, y, por circunstancias agradablemente inexplicables, el grupo ya establecido incorporó a Ki y a Rosa que asistían un año superior.

Sin saber exactamente como, cuando, o gracias a quién, los seis habían formado un lazo tan fuerte que todavía persistía y que, esperaba, jamás se desvaneciera.

Realmente ellos habían estado cuando nadie lo había hecho, lo habían auxiliado cuando quedó parado en un abismo negro creyéndose incapaz de salir de él. Y, si bien no estaba en la mejor situación de todas, el que ellos se mantengan a su lado, lo hacía todo más fácil de llevar.

A veces se sentía una molestia, y pensó varias veces en apartarse un poco, tal vez por eso explicaría una parte de la preocupación que llevaba Ki Hong cuando lo despertó el día anterior.

Y, puede que por eso, recaiga nuevamente en que era una molestia, o un obstáculo, cayendo en un círculo que lo único que le producía era malestar y ganas de pedir disculpas, que tan solo las callaba tragando saliva.

Por eso, intentaba guardarse las cosas que lo desbordaban emocionalmente, para dejar de sumar manchas negras y preocupaciones innecesarias.

Aunque a veces, lo odiaba, pero era más fuerte que él.

De todas formas, el solo verlos para reír le ayudaba.

Todo esto cruzó por su cabeza al ir por las pizzas que yacían solitarias en la cocina, entrando con una risa vaga que aún continuaba.

Los quería, así que pensó darles una buena noticia para apagar tanto caos que ya no dejaba ver del todo.

Les comentó que había vuelto a pintar y todos le transmitieron alegría y felicitaciones, escuchando el grito de Kaya al decir '¡ya lo sabía!' y la pregunta a la que tanto le temía, pero que consiguió ignorar.

'¿Por qué?'

Llegó a su casa, y todo lo anterior se apagó ante la pila de tareas que recordó que debía hacer para el día siguiente.

Así que aquí estaba, saliendo tranquilamente de la gran institución, con un examen reprobado y un trabajo sin entregar porque no llegó a completarlo.

No obstante, no había mucho problema con ésto último, dado que se preocupó por terminar las tareas de sus materias con notas más bajas, así que ignoró lo que sea que tenía que hacer de Filosofía y Ética.

Sin embargo, no dejó que nada lo agobiara. Parecía que todo estaba yendo bastante bien, sentimientos de la noche que pasó con Dylan seguían revoloteando dentro y atacando sus pensamientos, y una extraña alegría brotaba de sí por ser su primer día de trabajo.

flares ─ dylmas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora