33 ─I'm listening

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Su primer instinto fue largarse a llorar.

Como era de esperarse, ningún intento de arreglar la situación por teléfono dio buenos resultados. No había cometido un error, si no sus acciones tenían el peso de otra bomba nuclear para él. Era más que un error y lo lamentaba muchísimo, pero no encontraba forma de remediar sus acciones cuando Nick no le devolvía las llamadas, no respondía sus mensajes ni los amigos de este le ayudaban. Los entendía cuando decían que no les correspondía obligar al chico cuando estaba dolido -e incluso cuando Maria amablemente le amenazó de muerte-, pero necesitaba hablar con el chico lo antes posible. Eran un millón de cosas las que quería decirle, explicarle, pero no podía acceder a él de ninguna forma. Lana, la única que decidió intentar ayudarlo y escuchar, al menos para tener los dos lados de la situación, le dijo en broma que la única forma en la que Nico le dejaría hablar era si tenía una odisea. Tom se lo tomó de la forma más literal posible.

Se subió en el primer avión a California que pudo abordar, viajando aquellas largas horas en un incómodo asiento de clase económica sin quejarse, pensando seriamente en que podría decir una vez que se presentara en su casa. Las posibilidades de que dijera algo erróneo y metiera la pata eran altas, incluso de que dijera toda la verdad pero que Nick no quisiera volver a hablar con él lo eran. No sabía qué hacer, por lo que se movió de un lado al otro en su asiento durante esas once horas, inquieto ante la realidad que aplastaba su cabeza en esos momentos. Llegar a California fue un alivio, incluso cuando la noche ya se estaba comiendo los cielos y empezaba a creer que la única mochila que había tenido tiempo de empacar empezaba a pesar mucho en sus hombros mientras esperaba por un taxi.

La peor parte fue pararse frente a su puerta, temblando como una hoja en el viento mientras su mano se dirigía hacia el timbre. Espero allí por lo que parecieron años, atento a cualquier ruido que se produjera al otro lado, pero no obtuvo respuesta hasta que hizo sonar el timbre por una segunda vez. Oyó pasos apresurados bajar por la escalera, al igual que una voz femenina que le avisaba que estaría allí en un minuto. Al principio Tom pensó que se trataba de Emeraude, quien obviamente vivía en la casa, pero la sorpresa fue grande cuando unos ojos claros y una melena rubia le recibieron en la entrada. Esa no era la hermana del chico, era Amelie, su ex que trabajaba en la antigua serie de Marvel: Anarchy. La sonrisa de ambos se desvaneció al reconocer a quien tenían en frente, dando paso a expresiones tan serias que podrían mandarlos bajo tierra.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó la chica, apretando sus labios en una sonrisa forzada—.

—Quiero hablar con Nicolas.

—Si, y yo quiero ser la reina de España —se burló ella, negando con la cabeza—. No se puede, Nick no quiere hablar contigo, mucho menos verte. Te sugiera que te vayas —levanto la mano, moviéndola con carisma que Tom empezaba a ver desesperante—. Bye Bye.

La chica empezó a cerrar la puerta en su cara, pero el chico se adelantó y la detuvo con una mano. La mirada asesina en los ojos de la rubia aumento, pero el británico no pudo hacer otra cosa que rogar que le dejara entrar, porque sabía que peleando no iba a acabar en nada buen. Incluso cuando ella apenas dejaba que hablara, lo intentaba. Le explico a Amelie lo que originalmente planeaba decirle al chico que debía, rogándole de forma desesperada que le dejara al menos pasar para poder estar seguro de que Nick estuviera bien.

—Él está bien —dijo en forma condescendiente la chica—. No lo pisó un tren, solo rompiste su corazón.

Holland se ofendió ante sus palabras.

—¡Lo sé, no necesito que me lo digas! —exclamó—. ¿Y qué hay de ti? Se cómo terminaron las cosas entre ustedes, ¿por qué acudiría a ti cuando rompiste y pasaste de el por tanto tiempo? Estaba sufriendo, yo al menos intento arreglar las cosas.

—¡Porque me ama! —estallo contra él, en un ataque de ira. Las palabras paralizaron al chico en su lugar—. Porque está enamorado de mí y no me ha olvidado, aun siente cosas que jamás sintió por ti incluso cuando le duele lo que hiciste, ¡por eso!

Ese había sido un golpe duro, si no era el más duro de todos. Tom retrocedió con el rostro hecho un poema, intentando analizar las palabras de la chica frente a él. Sin siquiera controlarlo, las lágrimas se estaban acumulando en sus ojos, pero no quería caer tan bajo justamente frente a la rubia, que no dejaba de mirarlo con una mirada que no comprendía. Era una mezcla de rechazo y arrepentimiento, como si no hubiera querido decir aquello, pero aun así lo volvería a hacer si era para lastimarlo. Después de todo, se lo merecía. Bajo la vista para secar sus ojos con el dorso de su mano, listo para darse la vuelta e irse, pero la voz conocida que hablo le detuvo a medio camino.

—Si alguno de los dos vuelve a hablar en mi nombre, son bienvenidos a irse al infierno.

Nico lucia más triste de lo que Tom hubiera esperado. Estaba vistiendo un pantalón de pijamas rosado, una sudadera enorme azul con la capucha puesta sobre la cabeza, sosteniendo una taza de una bebida caliente y humeante. Tenía el cabello lleno de rulos oscuros que se dejaba por los costados de la sudadera, junto con sus ojos cansados y algo hinchados. No solo se veía triste, sino cansado. Luego de un segundo de silencio en el que Holland sintió como los ojos del chico lo asesinaban en silencio, este se volteó hacia su ex novia, apretando sus labios.

—Estaré bien.

—Pero...

El resoplido de ella fue impresionante, mientras pasaba a su lado y subía la escalera. Bajo unos segundos después con llaves en una mano y su celular en otra, tapada con un buso de lana color blanco. Le dio un beso en la mejilla al canadiense al pasar a su lado, murmurándole algo que a la lejanía no se pudo entender. Al pasar junto a Tom le dedico una mirada fría, para luego negar con la cabeza y seguir con su camino. Ambos se quedaron quietos hasta que escucharon los neumáticos del costoso auto de la chica doblando en la esquina. Solo entonces Holland tuvo la valentía para abrir su boca, pero Nicolas lo interrumpió de inmediato, levantando su mano en orden de hacerlo callar. Tomó un sorbo de su bebida.

—Tienes dos minutos antes de que te de una patada en el trasero, te escucho.  


EXCEPTIONS  ━ tom hollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora