Prólogo

2 1 0
                                    


Desde tiempos memorables pasajes de la historia han sido modificados por miles de hechos y personas, hay ocasiones donde han sido censurados los hechos, otros han sido exaltados, y algunos fueron castigados severamente por decir que dos más dos son igual a cuatro. Dicen que la historia siempre ha sido escrita por los vencedores. A veces es cierto, pero está es la excepción, ya que no todos tienen una misma perspectiva como los demás, quizás esto es lo que impulsó a este enigmático chico a salir de donde estaba... Y estar en este lugar, a estas horas... es algo extraño, pero, ¿qué habrá sucedido antes para que ahora se encontrara ahí, a esas horas, y en ese lugar...? ¿Qué?
El misterio eran esa líneas de letras escritas en ese vieja libreta azul de tapas duras. El Chico genético [así convendría llamarlo] pero con una extraña cualidad de "la curiosidad" miró a su rededor. No había nadie. Silencio. La noche en las Instalaciones era tranquila. Pero esta simulacion de noche era una farsa. La instalación no es más que una base subterránea,  ubicada en un lugar que no puedo precisar.
Limpió la capa de polvo, exhalaba un hálito, parecido a la vainilla. No tenía fechas, era similar a un registro. Las grafías no eran como las actuales. Escuchó pasos rápidos, se ocultó, pero no había nadie. Volvió a su habitáculo. Era ridículo ocultarse... carecía de sentido hacerlo.
Estas Instalaciones son un conjunto de cámaras, de las cuales albergan a humanos alterados, todos tienen cosas especiales..., o por así decirlo, son adiestrados para algo específico... El Chico genético, salió con suspicacia sobre sus pasos, con el cuidado de no encontrar a nadie. Si le encontraban a esas horas por los pasillos, podrían llegar a eliminarlo. Este es un proceso de la Corporación. <<Todo aquel que desobedezca los horarios establecidos, se le será puesto en cuarentena, se le hará un lavado de cerebro, y se le borrarán los recuerdos>>. Esta era la principal regla general de la North West Corporación. Al llegar a su habitáculo, puso su dedo en una placa que leyó su huella registrada. Se deslizó la puerta. Las paredes pintadas azul y gris, le daban un aspecto frio al lugar. Ahí estaba su otro compañero de habitación, aún despierto, observando un programa holográfico sobre guerras.
        —Si llegan a verte te van a lavar el cerebro. Eres un terco... —dijo, sin desviar su atención de la proyección.
       —Mira lo que encontré —añadió mostrándole  la libretas, color azul.
      —¡¿De dónde sacaste eso?! —musitó. Sorprendido. Con una mirada de recelo—;  si encuentran eso aquí, vamos a volver a empezar, y eso no me gusta...
—No seas tan inculto, nadie sabe que yo bajo a los 'pasillos prohibidos'. Es imposible. La única cámara que vigila los pasillos, es la que está a veinte metros de aquí, la que vigila la encrucijada de pasillos. Al final de este pasillo no hay. Además, para ir ahí, sólo me voy por un túnel secreto, que sólo yo conozco...
   —Ah, entiendo. Pero suponiendo que nadie lo sabe, como sabes tú que no lo saben...
   —Llevo más de tres meses, yendo a hacer mis viajes nocturno, y si lo supieran; no estaría aquí contigo hablando de esto...
           —No lo sé. Puede ser una estrategia... ¿que tal sí lo hacen para ver hasta donde puedes llegar?...
            —Posiblemente. Pero, ¿qué hora es?
            —Son las doce casi.
            —Bueno, no me encontré a nadie, en el pasillo, sólo las estáticas luces estaban, sólo yo deambulaba, y volví por miedo, prefiero estar de vuelta aquí.
            —Yo me voy a dormir, tengo sueño, mañana hay examen de historia. Si no aprovamos, nos quitaran de estas habitaciones, no me gustan la de categoría Epsilon. Hasta sus uniformes de color blanco son repugnantes..., que bueno que somos alumnos Betas.
            —Si, lo sé. Pero si reprobamos; lo normal sería quedar en los habitáculo Gamma, no en los Epsilon...
           —Sí. Pero yo no creé las reglas, buenas noches...—dijo bostezando. Mientras subía a la litera de arriba.
   —Descansa, Philips.
           Se quedó espabilado, mientras intentaba descifrar las grafías. Alumbrando con una lámpara autorecargable, mientras estaba en la litera de abajo. Hojeando la libertad. Hay una clase establecida, en la cual se enseña este idioma; ahora ya extinto. Se le conoce actualmente como el <<español del siglo de la oscuridad>>. Se le dio este nombre debido [según lo que les habían enseñado] desde el siglo XX, hasta el siglo XXI; la humanidad evolucionó, yendo por derroteros perjudiciales. La población en su totalidad, había logrado conseguir la mejor tecnología al alcance de la mano. Pero habían olvidado los viejos tiempos. Aquellos en que todo era más simple, y se hacía lo posible por intentar vivir. No el de  ser esclavos de un sistema. Pero en ese lapso, todo fue sedentarismo. Sólo las personas "inadaptadas" hacían algunos  viejos habitos.  Estas eran perosnas que salían a pasear en los abandonados parques, sentados en los escaños a leer algún viejo libro. En este siglo leer un libro es un acto revolucionario. Estas personas solían disfruta un poco más la vida... Se les denominó así, debido a que de cada cien personas por kilómetro cuadrado, sólo una lo practicaba. Eran casi sectas, todo lo que el humano hace miles de años no conocía, ahora tenía una inagotable erudición digitalizada en la red, a la que cualquiera tenía acceso. Estas sectas, hacían cosas para poder frenar este cambio, pero todo fue inútil, luego ocurrió  la Guerra de las Flores, —que duró dos años y tres meses, según lo que los han  enseñado—: todo se desmoronó, y la única entidad que pudo hacer posible la perpetuidad de la existencia humana fue la North West Corporación....
          Cansado sin conseguir hacer mucho, intentó dormir. En su mente rondaba la inquietud de descubrir que estaba escrito en ese misterioso cuaderno... Pero ahora con sus conocimientos escasos sobre ese idioma, eran exiguos sus esfuerzos,  así no lograría descifrarlo.
           Al despertar a la mañana siguiente, recordó el hallazgo de anoche; mientras veía a Philips, vestirse rápidamente. A él le parecía un poco vergonzoso que el no parecia tan listo para la vida, todos eran listos, y hasta con una belleza inusual, era claro, estaban alterados. Pero no parecían completos.
            Algo faltaba.
            Una pieza no encajaba.
            Sacó la libreta. La  había puesto debajo de su colchón. Ese día llegaría el robot encargado de la ordenanza. Hay protocolos muy estrictos en éstas Instalaciones. Al final de la última página del cuaderno —este no constaba de más de unas doscientas páginas escritas— al final  estaba escrita una frase que apenas logró descifrar. <<Aquí acaba la historia...>>
            Ahí finalizaba el relato.
            Era un final muy súbito, empezó a cambiarse también, mientras pensaba en como lograría traducir todas esas paginas... Para llegar a lo que es el "Colegio", se debe de pasar unos pasadizos; luego salir a  algo parecido como a un parque, —pero todo es simulado—, recorren unas calles, y ahí se erige el maciso edificio gris y blanco. Construido con la forma de un castillo. Se estudia mínimo ocho horas, absorbiendo todo el conocimiento posible. Cada clase dura cuarenta minutos. Los maestros son hombres y mujeres que conocen demasiado, dicen que su erudición proviene de los últimas estirpes sobrevivientes de la Guerra de las Flores. La última clase del día era la clase de "español"; el Chico genético, al culminar clase, se dirigió al erudito, éste le miró un poco patitieso, mientras con un poco de timidez y candor, el otro preguntó.
              —Disculpe, puede ayudarme...
              —¿De qué se trata?
              —¿Cómo aprendió este idioma?...
              Se consideraba una osadía preguntar algo a los superiores, pero obviando eso, a el hombre no pareció inmutarlo.
        —Bueno..., yo soy de la tercera generación de los sobrevivientes de la última Guerra, y este idioma fue inculcado por mi familia, que lo hablaban con fluidez. ¿Esa es tu pregunta?
          —No... Bueno, no sé si usted sabe como se llama ese registro donde se conocen los significado de las palabras...
          —¡Ah, el diccionario! Sí, pocos conservamos ediciones de esos viejos tiempos. ¿Quieres ver uno? —preguntó el hombre.
          —¿Puede?... —añadió tímidamente.
          Mientras el hombre abría un compartimiento de un casillero empotrado, sacó de una bolsa de cuero color negro, dos libros en buen estado, no muy grandes. Ambos de color azul y rojo.
          —Es fácil usarlo. ¿Porqué me preguntaste como había adquirido saber este idioma? ¿Es algo raro?... —apeló, mientras fruncía el entrecejo.
           —...Disculpe... pero... ¿podría prestármelos?... —y añadiendo rápidamente, y haciendo ademanes, explicó—: Yo entiendo si no puede...
          —¿Para qué los quieres?... —inquirió el otro recelosamente.
          —Bueno... Quisiera saber dominar más este idioma... sólo eso... usted entiende.
          —¡Vaya chico, nunca ha nadie le había importado tanto aprender esto! Era como las clases de Griego y Latín, que les enseñaron a los padres de mis abuelos... Claro, sí puedo. Pero no puedo entregartelos sólo por así.
         —¿Qué debo hacer?...
        —Te voy a firmar un acta, y vas con el Drectro, él te autorizará usarlos.
        —¿Por cuanto tiempo?...
        —Tú le diras.para qué es y; él decidirá. Llevátelos, ya es tarde, y tengo cosas que hacer.  Tal vez lo encuentres, el Drectro se marcha tarde —terminó, mientras le ponía una mano sobre el hombro, amistosamente.
              La puerta estaba cerrada, pero había alguien adentro. Hizo lo convencional para mostrarse educado, expuso el motivo. Y el Drectro sólo agregó:
              —¿Por qué eso de aprender Español?
              —Me gusta esa clase...
              —No —habló este, con una mirada de suspicacia—: por qué quieres saber "Español". Es algo sospechosos. ¿Quieres ser profesor?...
        —Tal vez, si no quedo como Ingeniero de Emociones, sí sería uno...
        —Bueno, a muy pocos les ha sucedido que quieren saber un poco más. Pero a veces saber demasiado es perjudicial ¿sabes? la verdad, conlleva una gran responsabilidad. Pero ya que es para tu beneficio, ten, —dijo, cuando a su vez; le daba un papel firmado y sellado—: Ese es por si tienes algún problema.  Ya que a nadie se le prestan, tienes privilegio, y si te los encuentran; sólo enseña el papel, y se olvidarán de todo. Bueno, ya que es sólo esto, puedes irte. Cuando ya no los uses, me los devuelves. ¿Queda claro?
         —Así será.
         Eran las cinco de la tarde. En el parque artificial —pero con árboles simulando a los reales—, la chicos y chicas iba de un lado a otro, mientras algunos jugaban con los aparatos de realidad holográfica, el parque quedaba en medio, rodeado de enormes edificios; el verdor del césped y los árboles, le daban un aspecto de vida a su rededor.
  Ahí se quedó mientras contemplaba el panorama, en el cielo, —lo que simulaba parecer—, había una inefable puesta de sol. El sol caía a plomo, mientras a los lado se veían arreboles. Sacó los libros, uno impreso en el "Español" y su idioma, y el otro sólo en "Español". El libro se bifurcaba. Idioma werfseberh, y el Español. Mientras leía la guía de como buscar palabras fácilmente. La luz del falso sol iba declinando; cuando empezaron a brillar las estrellas en lo alto de la cúpula, mientras se encendía las lámparas en el parque.  Sentado en la banca, decidió irse a su habitación. Él y Philips, residían en los primeros pisos, cerca del sótano. Sólo caminaría por unos doce minutos.
         Sus amigos no los había podido ver, ya que se demoró...  Al llegar caminando por los pasillos; volvió a poner su dedo, mientras la pantalla reconocía su huella en el registro y una voz asexuada que decía: "Acceso concedido"
          Sus amigos estaban ahí.
          Mientras él entraba, y se quitaba la corbata, los demás seguían viendo un programa holográfico. El habitáculo era de cinco metros de largo por tres de ancho. Con un water y una regadera, y un buró y el aparato holográfico empotrado, y dos closet a los lados. Y dos pequeños sillones, y un par de taburetes y una mesa. Y los demás utensilios convencionales de cama, y sus ropas y, una triste réplica de un lienzo; una vieja granja y al fondo un campo dorado de trigo, había una igual en cada hábitaculo del edificio. En medio de voces y risas, se acostó a un lado sobre el colchón que habían puesto en el suelo.
             Fue una noche estupenda.
             A las siete y media, bajaron al comedor. En cada edificio hay uno; se sirve la comida para todos los inquilinos, Philips no mencionó nada sobre el cuaderno, quizá lo olvidó...
           A eso de las nueve, uno por uno se fue despidiendo, hasta que los dos volvieron a su habitáculo. El Chico sacó los diccionarios, y se puso a traducir, fue un trabajo arduo, en una hora sólo había podido descifrar media página, y estaba mal traducida. Cansado, mejor hizo sus tareas, mañana empezaría a traducir seriamente, debía hacer un ensayo y leer un prólogo holografico para una exposición.
          Creo que el lector aún no ha entendido mucho sobre estas instalaciones. La base subterránea de la North West Corporación, está oculta en medio de unas montañas, sobre una de éstas hay una mansión. Un poco alejada de ella, hay un soto—bosque, en medio de la espesura, hay un mausoleo de mármol. Para abrirlo se acciona una palanca. Esta es la entrada y salida de las Instalaciones.  Pero continuemos en las Instalaciones. Estos son detalles futiles. Y se adelantan a nuestra historia.
           Pasaron unos días.
           El día siguiente era similar al de anteayer y ayer. Las mismas cosas, la monotonía, las clases opresivas, y esas bagatelas. Al llegar al habitáculo, cansado como siempre. El Chico, empezó a descifrar, ahora con un poco más de rapidez, había ensayado casi por una semana. Ya empezaba a entender un poco más . Y cuando no entendía el sentido de alguna frase la anotaba, y se la mostraba a su profesor, éste le explicaba en que forma se traducía, y así completaba la resolución de la historia.
          Se enfrascó en poder desentrañar el enigma, que incluso dejó de hablar con sus amigos. Sólo por momentos libres intercambiaba algunas frases y, no daba explicaciones sobre su comportamiento inusual.
         Se había vuelto un solitario. Todos creyeron que estaba depresivo, o.algo similar.
         Pasaron cinco meses.  Traduciendo cada noche, dos o una página.
         Al cabo de finalizar el quinto mes, ya estaba revisado dos veces el texto, corregidas algunas oraciones mal traducidas, o las frases. Todo era un misterio de sorpresiva revelación.
         Ahora tenía que exponerlo.
         Se había descuidado en su aseo personal,  le llamaron la atención un par de veces; por su pelo azorado, y su incipiente barba. Pero siempre lo solucionaba...
        Avisó  sus cuatro amigos, que de paso eran también de Philips. A este último no le dijo nada, inusualmente casi nunca salía del habitáculo. Debo mencionar que yo fui invitado por Jared...
        Todos estaban reunidos, sentados a horcajadas; mientras esperaban a que El Chico genético, igual que ellos, apareciese. No se decía nada, todo era un mutismo selectivo, al fin Philips habló.
        —¿A qué hora piensa venir? ¡Habla de no retrasarse, y él lo hace....!
        —Ya cálmate —dijo Arleth, un chico polémico de cabello rojo.
       —¿Y qué es eso tan importante? Sólo dijo que nos quería aquí sin nada más... —comentó Maurrice, un chico de unos ojos azules, hermosos y seductores.
       —Creo que ya va a venir, quizá lo olvidó, o está haciendo algo... —expliqué yo.
       —Es posible, —anunció Leo, un joven de piel bronceada, con unos ojos de un verde inefable alterado.
       —¡Ya me duele la espalda! Me voy a acostar aquí —se quejó Jared; mientras se tiraba en el colchón que estaba cerca a la pared—; tal vez el tiempo pase más rápido...
      Pasaron unos minutos más, se respiraba un aire de pesadumbre, aunque era la emoción, pero nadie más lo notó así.
     Mientras la puerta se deslizaba, apareció el Chico genético, su aire de dominio y tenacidad, daban un aspecto muy viril a sus movimientos.
     Pasó sin hablar, apagó las demás luces, y tomó la lámpara autorecargable, mientras se sentaba poniendo la espalda en la pared.
     Todos estábamos inquietos. Él no.
     Encendió la lámpara. Esta alumbraba lo suficente la reducida pieza. Y lo suficiente como para poder leer.
     —Creo que imaginan para que los reuní ¿No?
     —Tú eres tan misterioso y raro, a veces nadie sabe entenderte —dijo Jared, mientras desordenó su cabello hirsuto corto.
    —No, creo que es algo importante —respondió Maurrice.
    —Sí, es posible —afirmo el Chico genético.
    —¿Y para que nos va a servir esto? —interrogó Leo.
    No respondió. Sus ojos respondían con un centelleo.
    —Es algo que descubrí —agregó parcamente—: Se los diré por que sólo en ustedes confio. Debemos estar en el menos ruido posible.  Y desopistar... Por eso lo de la luz.
       Todos le miramos confundidos, mientras él aludió.
         —¿Alguna vez se han preguntado si esto es real...? Todo esto, que parece nuestro mundo.
         —Y como no va a ser real todo esto. Si no lo crees así no se que creer... —agregó fríamente Leo.
         —¿Alguna vez has sentido eso que llamaban en el siglo XXI, como la 'curiosidad'?...
         —Nadie, lo siente. ¿Tú que sientes? —preguntó Arleth al Chico—; ¿No eres conforme con esto, o no eres feliz?...
          —No es eso —dijo el aludido—;  A veces no sé ni que siento; te sientes distinto, ¿entiendes? Pero no estás triste ni feliz, sino que sólo te pasan cosas misteriosas, deprimentes, o apestosas... eso, no hay explicación... —corroboró, con un sentimiento de saudade.
          —Pero no nos reunistes  para hablar de cosas tristes, ¿verdad? —dijo Jared, mientras enarcó las cejas.
          —Como les decía. ¿Creen que este lugar tiene 'fronteras' o algo parecido? ¿Cual es el sentido para que estemos aquí, o porque nos tienen aquí. Eso no nos lo han dicho, es muy misterioso. Pero, no creen que hay cosas que nos ocultan. Cosas... Cosas que nadie quiere que sepamos. ¿No lo creen así?... —inquirió mientras miraba de reojo hacia Philips.
        —Ya, deja de tanta cosa aburrida, y dinos que es lo que descubriste. Y que es tan importante  para tí. —explicó Maurrice, saliendo de su mutismo.
        —Creo que ya basta de tonterías. Pasé casi cinco meses para descubrir la verdad, la deben saber, pero..., si no me creen no importa, yo sé que no lo creerán...
        —Antes de nada, ¿esto se relaciona con otras cosas que no sabemos?... —dijo Arleth dubitativo.
       —Eso queda para que ustedes se imaginen lo que quieran.
       Recorrió con la vista todo el habitáculo, mientras dejaba salir un jadeo. Parecía verse cansado, y triste. Creo que me harán faltan detalles, el valor y tenacidad para poder escribir la historia inverosímil que nos relató,  y que acaeció  hace unos años...  El Chico genético no se detuvo, nadie lo interrumpió, no repetía dos veces, esperábamos intrigados, y en nuestro mutismo selectivo. Mientras leía y completaba con retazos de propias aclaraciones, empezó a decirnos la historia. Lea con atención.

Donde termina la carretera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora