El striper (AU).

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—Gabriel, es en serio, no necesitas hacer esto. Me incomoda mucho la idea.— repetía por enésima vez aquel hombre de cabellos casi blanquecinos, quien le hablaba a su amigo.

—Necesitas esto Azirafel, ¿cuándo fue tu última relación? Déjame que piense... Ah, es verdad, nunca has tenido una.— le echó en cara el pelinegro.

El nombrado Azirafel se encontraba de copiloto en el coche de su amigo, quien conoció en su trabajo. Básicamente, el de ojos violetas está en un puesto superior al de Azirafel, y es como un "jefe". Le mangoneaba de muchas formas y el rubio siempre callaba, puesto que no quería perder su tan querido trabajo.

Ambos trabajan en una editorial, sin embargo, era evidente que el de ojos celestes lo hacía por la pasión hacia los libros, al contrario que su supuesto jefe, quien simplemente trabajaba pues... por el motivo por el que todos trabajan; dinero.

—¿Y qué tiene que ver un club desnudista con la cantidad de relaciones que haya o no tenido?— elevó un poco el volumen de voz, pues ya estaba viendo el gran cartel que ponía "StripClub" iluminado por muchas bombillas de diversos colores.

—Tienes que salir de esa sequía, no puedes seguir así. ¿Cuántos años tienes? ¿50? ¿60? Morir virgen es muy malo, amigo.

—Tengo 39.— corrigió con el ceño levemente fruncido. ¿Tan mayor aparentaba?

—Bueno, que sí, que estás con un pie en la tumba y no has blandido la espada ni una vez. A ver si yendo al StripClub se te suben los ánimos y comienzas a decantarte por hacer algo verdaderamente de adultos.

Azirafel bufó, puesto que su amigo no parecía querer dar marcha atrás ni cambiar de opinión. ¿Y qué haría allí? ¿Ver a personas desnudándose a cambio de unos míseros dólares? Ni siquiera llevaba un libro consigo para hacer la noche más amena, sin embargo, teniendo en cuenta que allí habría mucho ruido, tampoco habría podido concentrarse como es debido.

Gabriel aparcó —aunque le costó más de lo habitual encontrar un sitio— y ambos salieron del vehículo. Caminaron hasta la entrada, en la que había un cartel enorme que ponía "Evento especial". El más alto soltó un grito de emoción.

—¡Hoy es la noche, sí!

—¿Qué ocurre hoy? ¿Es que van a poner postres gratis?— si iba a estar ahí, que al menos hubiera comida decente.

—¿Tú eres tonto o le pones la zancadilla a un tren? —Gabriel suspiró cansado. ¿Cómo un hombre tan mayor —como él— podía llegar a ser así de... inocente?— Mira, te explico. En este club asisten bailarines y bailarinas de todo tipo, pero dedican una semana entera para un género y otra semana para el otro, sin embargo, en los eventos especiales suman los dos géneros por el mismo precio de entrada.

—Ah... ¿te has emocionado solo por eso? —preguntó desganado el rubio. Sabía que su amigo es bisexual, sin embargo, podría ir una vez a la semana y disfrutar de los bailes de chicos y chicas.

—No tengo que pagar dos veces para ir una semana y después a otra. Hoy, amigo mío, no nos iremos hasta el amanecer, hay que aprovechar que mañana es nuestro día libre.

Antes de que Azirafel pudiera decirle que para el día siguiente había quedado con su cómodo sillón, un libro y una taza de té, su amigo ya le había arrastrado hacia dentro.

El más bajo arrugó la nariz al oler el fuerte hedor a tabaco y alcohol. Además, estaba todo mucho más oscuro de lo imaginado. Casi todas las luces apuntaban al escenario donde se encontraba bailando una señorita que escaseaba de prendas de vestir. Gabriel, quien lo seguía agarrando del brazo, lo guió sin cuidado hacia una mesa libre con dos sillas. Azirafel se sentó y el más alto le dijo algo, pero como la música estaba tan horriblemente fuerte, no pudo oírle, solamente le vio alejarse hacia la barra a hablar con una persona mucho más bajito que él.

Ineffable Husbands (One shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora