Sería un verdadero sueño conocer a esos autores que hacen que soñemos despiertos, y eso es lo Tanjirou hará. Por azares del destino, se ganó un premio, el conocer a Giyuu Tomioka, su autor favorito. Pero además de admiración por su gran trabajo, él...
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Tanjirou suspiró al momento en que terminó la última página de su libro.
Estaba sentado en su cama, y hacía frío y tormenta afuera. Era un sábado por la noche y todos sus amigos estaban de parranda, pero él había decidido no ir. No era el tipo de persona que saliera a beber los sábados o alguna vez en su vida. Era el tipo de persona que todo el mundo consideraba rara: una persona que prefería un buen libro en una noche de tormenta en vez de salir a beber y a fumar, pues él lo detestaba. Por su adicción a los libros durante toda su vida ha tenido muy pocos amigos, como Zenitsu e Inosuke, que seguramente en esos momentos se encontraban en casa del rubio jugando videojuegos. Lo habían invitado, pero la trama de su libro estaba tan buena que había rechazado amablemente la invitación. Además, si iba, no podría haber leído con el ruido del juego.
También sus otros amigos lo habían invitado a "charlar" en un bar, pero conociendo a Sanemi y a Tengen, eso se convertiría en un verdadero desastre, que podría incluir a la policía. Entonces estaba solo en casa, porque también su familia había salido a comer, pero también se negó a la invitación. Dejó el libro en su mesita de noche y se tumbó boca arriba en la cama, pensando en ese final tan inesperado del libro. Aun no aceptaba la muerte de uno de sus personajes favoritos, pues era demasiado genial para morir.
Pensó en qué habría motivado al autor, Giyuu Tomioka, a matarlo. Giyuu Tomioka era uno de sus escritores de novelas favoritos, además de su ídolo. Estaba tan feliz de por fin poder conocerlo, a causa de que la editorial había hecho una rifa para ganarse "un día completo con tu escritora o escritor favorito".
Y por grandes hazañas del destino, él había ganado.
Había elegido al gran Tomioka-san como premio. Por eso se había esmerado tanto en terminar cada uno de sus libros, para hacerle miles de millones de preguntas. Su "cita" era el día siguiente, y tenía que estar listo y descansado para poder llegar temprano.
Sonrió al imaginarse todo su día. Pensó en los lugares a los que tenía planeado llevarlo, pensó también en todas la cosas que harían y en toda la información que recibiría. Pero en lo que más pensó fue en la posibilidad de poder conocerlo a él, no conocerlo solo de hablarle y charlar. Quería conocerlo de verdad. Quería saber todas las cosas que no dice en sus entrevistas, saber si le gustaba el té o el café, saber cómo se sentía el escribir una historia tan hermosa, saber cual es su color favorito, si le gusta el helado o el paste, y miles de cosas más.
Quería, si era posible, llegar a ser su amigo.
Suspiró nuevamente, reflexionando sobre las posibilidades que le ofrecía el mañana. Apagó la luz de su lámpara de noche y se acostó en la oscuridad, ansioso y eufórico ante su día perfecto. Cerró los ojos, esperando a que la penumbra del sueño lo invadiera.
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