Parte 1: El cálido resplandor que abriga a la fría noche.

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"Ella viene del espacio".

"Y llegó aquí para ser mi amiga".

"Me salvó y me ha enseñado muchas cosas".

"De pronto, comencé a tener sentimientos más profundos por ella".

"Ahora ella es mi novia".

"Me la paso muy bien, soy muy feliz".

"Pero ella tiene que regresar al espacio".

"No me dejes solo, le dije".

"Ella me sonrió y se marchó en una estela de luz".

"Lloré por horas su partida".

"Ella tocó mi espalda, había regresado".

"No estás solo, estaré a tu lado por siempre, me dijo".

"Con tres palmadas puedes llamarme... La diosa de la leche y el pan estará contigo".

Este es el inicio de una historia que fue real... ¿No me crees? No es mi problema, realmente sucedió, te la cuento porque quiero compartir contigo el recuerdo más bonito de la persona más maravillosa que he conocido... O más bien, como me enamoré de una diosa, a la cual seguí con ferviente insistencia, en fin, esta es la historia más maravillosa que ha sucedido en el vasto universo.

Parte 1: El cálido resplandor que abriga a la fría noche.

Era una noche estrellada que cubría como gran manto a un pueblo frondoso, llamado Midori por esa característica, un pueblo pequeño y acogedor el cual estaba envuelto en muchas leyendas e historias acerca de magia, dioses, héroes y batallas épicas, ese pequeño pueblo que parecía una estrella común y corriente entre todas aquellas que brillaban con gran elegancia, guardaba con gran recelo una de las historias más impresionantes que el mundo pudo escuchar; bajo la serenidad de la noche, un niño rubio corría de manera brusca y ruidosa entre los campos verdes que adornaban el ahora tranquilo pueblo.

—¡Laus!

El rubio de ojos cristalinos y azules gritó al haber llegado a su destino, un niño de aproximadamente diez años y peliazul, el cual respondió ante el llamado, este lo estaba esperando en el punto de reunión; el rubio de edad igual era amigo del otro, ambos vestían ropas cómodas, una camisa y un pantalón, el peliazul llevaba su inseparable gorro.

—Rin.

—¿No te sorprendí?

—No.

—Uhm...

—Con esos pasos tan escandalosos te podría escuchar hasta el pueblo siguiente.

—Bah... ¿Estás listo?

Rin dejó de hablar fuerte pues pareciera que su compañero estaba absorto ante el hermoso espectáculo que tenían encima suyo, el rubio decidió mirar hacia el cielo, tratando de buscar aquello que tenía al peliazul tan cautivado, pero no encontró nada especial, a pesar de que la noche estrellada era demasiado espectacular, a Rin le dio un poco igual.

—¿Laus? ¿Laus? ... ¡Lawrence!

—... ¿Qué quieres? ¿Por qué eres tan ruidoso? Vas a despertar a los vecinos.

—¿Despertar? Pero si ni siquiera es más de medianoche... Es temprano.

—Rin... Vernos en un momento como este, en un lugar como este... Uhm...

—¿Qué sucede?

—Pa...Parece... Parece una cita...

—¿Una cita? ... ¿Te refieres a una salida?

El niño que se enamoró de una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora