Parte 4: La triste estrella exiliada al final del universo

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Parte 4: La triste estrella exiliada al final del universo

En el vasto y frio universo gobernado por las diosas, un niño humano viajaba en una acolchada ovejita, el viaje estaba siendo bastante tardado, parece ser que la siguiente diosa estaba muy lejos, Rin comenzaba a ponerse nostálgico al ver a su alrededor y sentirse muy solo, pensar en todo lo que había sucedido y por todo lo que ha pasado, alegrías, tristezas, momentos difíciles, momentos de felicidad, la muerte de sus padres, la diosa a la que jamás volvió a ver y a la cual le debía tanto, se sentía solo y desesperanzado, sentía que la inmensidad del universo lo engullía, de la nada comenzaron a saltar sin permiso lágrimas de sus ojos, las cuales no podía detener; el sollozo del niño era callado por el gran silencio del vacío universo, que impotencia sentía, lloraba en el peor lugar del ¿universo? Donde no podría ser hallado por nadie y tampoco podría hallar a nadie, la soledad del lugar poco a poco hacia estragos en el pobre rubio, jamás había sentido una soledad como aquella, sin embargo, el niño pudo notar algo que captó su atención y solo así a las lágrimas se les olvidó salir; se trataban de varias estrellas fugaces que parecían estar acompañando al niño en el viaje, estás comenzaron a brillar en diferentes colores, dejando estelas y cortinas de colores traslucidos, como si se trataran de una aurora boreal, Rin dejó de llorar y se sorprendió con el espectáculo que se estaba haciendo presente ante él, se olvidó de la tristeza mientras veía como las estrellas danzaban a su alrededor, estaba realmente convencido que esas estrellas estaban ahí a causa de él y no por mera casualidad; después de distraer al niño de sus lamentaciones, las estrellas se alejaron poco a poco del niño y su ovejita, el rubio se entristeció al ver marchar a sus nuevas amigas, pero notó que se iban porque estaban llegando justo al nuevo mundo, conocería a una nueva diosa y eso le provocaba una gran emoción, en poco tiempo pudo ver que esta vez se trataba de un mundo más pequeño que el anterior pero mejor construido, era una plataforma de meteorito completamente plana, y sorprendentemente en la superficie habían muchos jardines ¡y hasta un pequeño palacio! Parecía que a esta diosa le gustaban los lujos; Pashmina pronto aterrizó en la primer planta del mundo la cual estaba cubierta de lo que parecía ser césped y había unos cuantos jardines y estanques con agua, o al menos lo que Rin conocía como agua, arriba de ellos se encontraban más placas de meteorito que actuaban como pisos, al frente, una base grande donde se encontraba el palacio, a los lados, bases más pequeñas por las que corrían una especie de cascada, agua que bajaba a los estanques de la primera planta, Rin quedó bastante absorto por todo lo que sus ojos miraban, era un pequeño paraíso, se le vino a la mente la casita del árbol que compartía con Lawrence, pero mejor.

Observando con más cuidado, notó algo importante, el piso inferior y los pisos superiores no estaban conectados de ninguna manera, no había forma de subir de forma normal a los pisos de arriba, así que llamó a Pashmina para que lo subiera al palacio.

—¡Pashmina! Espónjate para subir, llévame al Palacio de allá arriba.

Meeeee

La oveja lo ignoró por completo y comenzó a pasearse por los jardines de ese mundo, Rin se molestó con ella por eso.

—¿¡Por qué siempre haces eso!? ... Ugh... ¿Eh?

El niño gritó como siempre, se percató que su grito llamó la atención de varias criaturas que estaban escondidas entre los jardines, esta vez eran muchas y el niño se asustó, las criaturas parecían lindas, pero aun así, no confiaba en ellas; eran una bolitas rosadas que saltaban hacia el niño, de la misma consistencia que la criatura de la diosa anterior, solo que más pequeñas y menos siniestras, unas tenían alas a los costados y otras no.

—N-No... No se me acerquen...

Las bolitas rosadas comenzaron a rodear al niño y a hacer ruiditos extraños, Rin estaba asustado, podían atacarlo en cualquier momento, sin embargo, las bolitas no parecían tener intención de hacerle algo, simplemente lo estaban rodeando, en eso, una voz femenina resuena en los límites de ese mundo.

El niño que se enamoró de una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora